Uno de los libros más explosivos de este año en el campo de la salud mental es sin duda el de Allen Frances titulado ¿Somos todos enfermos mentales? Para tener un idea del contexto y la trascendencia de esta publicación importa decir que el problema de la tipificación de patologías y su diagnóstico en el campo de la salud mental, como en cualquier otra especialidad, supone necesariamente un patrón de normalidad.

Basta con pensar la inquietud que genera a cualquiera preguntarle si se considera psíquicamente normal. Psicólogos, psiquiatras, neurólogos, antropólogos, sociólogos, filósofos e historiadores llevan mucho tiempo investigando y polemizando por el tema.

Salud y normalidad son conceptos que se suelen confundir. La razón es que el uso estadístico se basa en considerar normal un comportamiento en función de su mayor frecuencia en la población. Este uso tiene muchas limitaciones pues los comportamientos más frecuentes cambian con las transformaciones sociales según épocas y culturas. El otro uso se refiere a aquello que se considera saludable en términos de bienestar y desarrollo de la personalidad e interacción social.

Los desarrollos de la psicología clínica y el psicoanálisis consideran que las bases instintivas del comportamiento en el ser humano son moldeables por las primeras experiencias de vida y que lo que llamamos personalidad es un fraguado singular y único de cada individuo tanto como su manera de sufrir o de ser feliz. Para dar idea de la complejidad que esto supone basta pensar en la dificultad de establecer una frontera en lo considerado sano o enfermo en los gustos, pasiones y estilos de cada persona. Las formas caprichosas y diversas que toman, los intereses y habilidades diferenciales, las pasiones a las que algunas personas dedican su vida, la religiosidad y el misticismo, el proyecto vital de formar o no pareja estable y tener hijos, el valor que se da al dinero, la higiene, la estética o la tristeza de un duelo, la homo o heterosexualidad.

Todo es susceptible de ser objeto de la aplicación de criterios de normalidad y patología. Y el autor de la publicación a la que nos referimos, Allen Frances, no es cualquiera. Ha sido el presidente del grupo de trabajo del DSM IV. DSM es el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, en inglés Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría APA en inglés (American Psychiatric Association), contiene una clasificación de los trastornos mentales y pretende ser, o al menos es tomado por muchos como si fuese, una biblia universal para el diagnóstico de los trastornos mentales. Se trata, ni más ni menos, de la deserción de una autoridad mundial en psiquiatría y uno de los responsables del proyecto clasificatorio.

Tanto en el campo académico como en los medios de todo el mundo las reacciones a su libro fueron inmediatas. El diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung tituló: "Una obra polémica y reveladora sobre la obsesión por una supuesta normalidad y bienestar mental."

El francés Libération: "El profesor Frances ha descubierto una nueva y temible enfermedad, el sobrediagnóstico psiquiátrico (?). El libro es, como el propio Frances confiesa, en parte ´mea culpa´, en parte ´yo acuso´, en parte grito de alarma. Se adentra en la historia de las enfermedades mentales y da argumentos claros y concisos." Una idea de la polémica que sacude este campo es un artículo de la revista dominical de New York Times titulado Ritalin Gone Wrong, el Ritalin ha ido mal.

Ritalin es el nombre comercial en Estados Unidos de la droga, que se vende en España como Concerta o Rubifen, se trata de una droga de la familia de las anfetaminas. Según el artículo de NYT, millones de niños sanos están siendo medicados con esta droga psicotrópica por un exceso de diagnóstico.

Para la psicología clínica la forma más o menos penosa en que un individuo siente su comportamiento y el contexto de su historia personal, es lo que establece un criterio de lo saludable. Si la infelicidad y los conflictos tienen forma singular. Las salidas y el bienestar que pueden lograrse también. Eso no siempre coincide con clasificaciones y estereotipos de normalidad. Al psicólogo no le corresponde enseñar, juzgar, adoctrinar o predicar. Para ello están los maestros y los sacerdotes, puesto que ellos tienen un modelo estandarizado de moral o de conocimiento al que llevar al individuo.

Este es el espíritu de la publicación del libro de Frances quien tuvo el coraje de desertar del intento de inventar y clasificar enfermedades arbitrariamente. En el fondo, una manera de juzgar. Muchos antes que él, Jesús dijo "aquel de vosotros que esté libre de pecado que tire la primer piedra".

*Psicólogo clínico