Algunos pájaros vuelan gratis total, y no se ven conminados a tomarse la molestia de justificar si van a visitar a la novia o a su confesor. No como los ciudadanos de Balears, que tratados en su con junto como presuntos delincuentes, fueron obligados a viajar con su certificado de residencia en ristre.

Por suerte, la Real Academia ha incluido en la última versión del diccionario la palabra papichulo, dícese del ´hombre que por su atractivo físico es objeto de deseo´. Así la podemos utilizar para describir sin recurrir a términos más gruesos al presidente de Extremadura José Antonio Monago, que viajó en bussiness a Canarias en 32 ocasiones durante año y medio y con cargo al erario público para visitar a su novia. O amigovia, dícese de ´la persona que mantiene con otra una relación de menor compromiso formal que un noviazgo´, otro hallazgo del nuevo léxico para los tiempos que corren, en que los diputados y senadores de bragueta suelta han incluido en la intocable Constitución su derecho al folleteo subvencionado. No sé que neologismo se podría aplicar a nuestro presidente José Ramón Bauzá, que a los pocos días del escándalo se desplazó junto a la plana mayor de su partido para dar un curso de buenas prácticas políticas precisamente en Cáceres, y aplaudió a rabiar a un Monago, que ha superado todos los límites del ridículo y el descaro al convertir su culpa en un complot para cerrarle el pico. Lo mismo a Bauzá le parece chupi que se malverse así el dinero de los contribuyentes, y que el desprestigio de los representantes de los ciudadanos lleguen a cotas inimaginables.

Sostenían por ahí los portavoces populares que el Senado paga a sus miembros el regreso a casa "allí donde tengan su vida privada". De manera que solo nos queda rezar para que el papichulo Monago no se enamore de una australiana la próxima legislatura, o que al menos sea eficiente a la hora de canjear sus puntos de su tarjeta Iberia. Como la mayoría de los ciudadanos y opinadores han sido los suficientemente elegantes como para no cotillear en exceso sobre el vodevil del extremeño con la señora de Tenerife, cabe destacar que su romance, según ha relatado ella misma, fue un paréntesis en el matrimonio ejemplar y canónico del conservador, que volvió con su mujer en cuanto ganó la presidencia de Extremadura. Me da la gana de decirlo, parafraseando al maleducado vicealcalde de Valencia, porque el PP tiende a legislar sobre la vida privada de las personas, en materia de derechos reproductivos y relaciones sentimentales, y maltrata fiscalmente a las familias monoparentales y a las homoparentales, y ningunea a las parejas de hecho para complacer a la Iglesia y a los sectores sociales ultraconservadores.

Los grandes defensores de la familia tradicional lo son de lunes a viernes, y los fines de semana se abre la hora feliz en que no se rinden cuentas ni a Dios ni a los contribuyentes. Hipocresía no es una palabra suficientemente amplia para englobarlos, la RAE debería agregar alguna otra.

Me gustaría además darle a Bauzá un último motivo por el que nunca debió jalear a Monago. El gobierno de Mariano Rajoy ha obligado a los ciudadanos de Balears a viajar durante tres años con el certificado de residencia en los dientes, con el pretexto de que se estaba produciendo una estafa masiva con los descuentos en los billetes. Les estábamos robando a los españoles, o sea. Ese insulto al conjunto de los isleños nunca recibió una contestación contundente por parte de nuestras instituciones y ha decaído por tratarse de una medida injusta, molesta y sin resultados prácticos. Mientras el ministerio de Fomento fastidiaba sin compasión a los baleares y les trataba como a presuntos chorizos, Monago volaba en primera a ver a su churri a Canarias gratis total sin dar la más mínima explicación. Vaya pájaro.