Como cada 10 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se une a la celebración del día mundial de la salud mental. El día se celebra por iniciativa de la Federación Mundial de Salud Mental y la OMS apoya esta iniciativa a través de la sensibilización sobre temas de salud mental.

Pese al reconocimiento unánime a la importancia de la vida emocional dentro del campo de la salud, el concepto de salud mental presenta dificultades distintas al resto de las disciplinas de la salud. Al realizar una analítica, como con otras exploraciones médicas, los criterios bioquímicos ofrecen valores de referencia para saber si los resultados son o no normales, es decir saludables. Si no lo son existen protocolos de actuación terapéutica respaldados por la experimentación científica y las estadísticas.

En cambio, la noción de salud mental presenta una complejidad y dificultades mayores. Prueba de ello es la diversidad de respuestas que las distintas especialidades, la neurociencia, la biología del comportamiento, la psiquiatría y las distintas corrientes de pensamiento o escuelas dentro de la psicología y el psicoanálisis dan a la pregunta ¿qué es la salud mental? O dicho de otro modo, ¿cuándo puede afirmarse que un individuo es sano?

Solo por dar una idea de la dimensión, trascendencia y complejidad de responder a esta pregunta conviene enumerar algunas de las implicaciones. Salud y normalidad son conceptos bastante solidarios entre sí. Pero la normalidad tiene dos connotaciones distintas, lo normal en el sentido estadístico y lo normal en el sentido del buen funcionamiento y el bienestar de un individuo.

Calderón de la Barca dijo: "De poetas y locos todos tenemos un poco". En su novela Ana Karenina Tolstoi dice que, mientras las familias felices se parecen unas a otras, las familias desdichadas lo son cada una a su manera. El irónico Nabokov en cambio volvió la frase del revés en Ada o el ardor. Para él son las familias desdichadas las que se parecen y las felices las que se diferencian. ¿Existen familias verdaderamente felices? La misma duda puede aplicarse a los individuos.

Otro aspecto es la relación entre cultura e individualidad. Lo que puede considerarse mentalmente saludable no es independiente a la cultura y organización social a que se pertenece. Un hombre que tenga relaciones simultáneas con varias mujeres es sancionado y tratado como patológico en occidente mientras que la poligamia forma parte de la normalidad en otras sociedades.

Por si fuera poco, también hay contradicción entre criterios de salud según se consideren desde el punto de vista de la adecuación a las normas sociales o del bienestar y nivel de gozo individual. En el extremo más biologista, la salud está asociada a la capacidad de satisfacer y cumplir con funciones y patrones instintivos mientras que en el extremo psicologista la importancia radica en la organización simbólica.

En un anuncio para la Fundación ONCE que trabaja para la integración de ciegos y otros discapacitados que puede verse en YouTube, aparece Sigmund Freud anciano y una referencia a que en 1939 un periodista le preguntó que era para él una persona sana esperando una extensa y compleja respuesta. Freud contestó: "Amigo mío, cualquier persona capaz de amar y trabajar". Cabe aclarar que trabajar no es solo ganar dinero a cambio de una prestación sino tener proyectos vitales, y amar no es solo tener una pareja o cuidar un gato sino poder establecer relaciones que en psicología clínica se denominan "intersubjetivas". O sea hablar y escuchar, dar y recibir, cuidar y dejarse cuidar pero atendiendo a la subjetividad de la otra persona.

Tuve la ocasión de participar en una discusión sobre las características en los criterios de salud en clínica médica, en psicología clínica y la imposibilidad de una salud completa con Antonio Bisbal, uno de los mejores médicos intensivistas que tuvimos en Mallorca durante muchos años al frente de cuidados intensivos de una de las clínicas de Palma, dijo: "Los pacientes no quieren solo que los curemos, sino que los hagamos inmortales".

Algo de este ideal ronda en la idea de salud mental pero en términos de felicidad. Como se ve, más preguntas que respuestas, o quizás muchas y muy distintas respuestas a una misma pregunta. Está claro que la iniciativa de la OMS y de la Federación Mundial de Salud Mental es loable y positiva, porque si hubiera que esperar a tener una respuesta única y definitiva quizás no se hubiera hecho nunca.

Puestos a aliviar la angustia de individuos, parejas o familias, los psicólogos tampoco nos basamos en fórmulas generales y medidas absolutas de salud mental. No hay duda que una infección de una determinada cepa bacteriana es una enfermedad y debe ser tratada con un antibiótico específico. En cambio en los criterios de salud mental no pueden ignorar la llamada egodistonía, o sea la vivencia del Yo de que una conducta es vivida como síntoma. Es imposible ayudar a un adicto al tabaco, el alcohol o cualquier otro trastorno de la conducta hasta que el mismo individuo lo viva como problema. Las soluciones tienen necesariamente componentes artesanales y personalizados, como ocurre en muchas decisiones de la clínica médica dado que no se cura un órgano sino un cuerpo.

*Psicólogo clínico