Comienza el curso periodístico, y la carrera entre los divos madrileños por cobrarse la pieza más valiosa. En breve, todos suspiran por entrevistar a Rajoy. Este hecho prueba en sí mismo la degradación del orbe periodístico, porque la aspiración está preñada de concesiones. Dado que no conozco a ningún pervertido que salive con la expectativa de contemplar una entrevista presidencial, debo concluir que el solo propósito de esta encomienda consiste en abrillantar el ego del entrevistador. Funciona la emulación con las grandes comunicadoras o anchorwomen norteamericanas, que recitan el listado de inquilinos de la Casa Blanca que se sometieron a sus preguntas.

He entrevistado a Rajoy con poco esfuerzo y menos mérito. Su mueca inicial se traducía por "vamos a aburrirnos juntos", pueden suprimir el resultado de la conversación de mis obras completas sin merma. Durante la entrevista comprendí la sabia frase de Concha García Campoy, "cada vez que traigo a un ministro al programa, me baja la audiencia". Y sin embargo, persistimos en el sadomasoquismo de perseguir a los políticos para infligirlos a los espectadores. El contagio de esta actitud moldea una prensa en que la mayoría de artículos sobre la muerte de Botín podría haberse publicado en la página web del Santander.

Sánchez Ferlosio aseguraba que volvería a creer en los periódicos cuando dejaran huecos en blanco, porque aquel día no hubo noticias para llenarlos. Y esto ocurría antes del ciclo informativo de 24 horas, que nos obliga a estar permanentemente conectados por si vuelve a morir Michael Jackson. En una confesión de parte, nunca he dejado de publicar una entrevista ya realizada, aunque en decenas de conversaciones con poderosos debí negarme a reproducir patrañas como "he venido a la política para servir", a la que recurren Rajoy, Sánchez o Iglesias. Con perdón para los divos, no seguiré ninguna de sus conversaciones en La Moncloa. Por contra, me suscribo de antemano a la publicación con el rótulo "Aquí iba una entrevista con el presidente, pero no logró contarnos nada de su interés".