Tengo un amigo siciliano que se sorprende de la ingenuidad de los españoles en el caso Pujol. Mi amigo considera que cuando una figura de tanto relieve cae en desgracia se debe a que otras figuras más poderosas y siniestras mueven los hilos en la sombra. Se debe también a que ese hombre ya no poseía la influencia ni el poder de antaño, ni tampoco era útil a nadie y sin embargo tenía cuentas pendientes. Pero, ojo, no cuentas con la justicia sino con esos otros mafiosos con los que mantuvo alguna clase de comercio y que ahora le pasan factura. Mi amigo siciliano dice además que no hay que tener reparos en que Jordi Pujol acabe su vida en la cárcel. Pero por la misma razón le agradaría que otros personajes de nuestra querida España dieran algunas explicaciones, empezando por el padre del Rey, y de ahí abajo un puñado de figuras clave de nuestra política y de nuestra cúpula financiera. Según él, en este club hay bastantes tipos al estilo Pujol, y peores, lo que explicaría que éste haya podido operar durante decenios con total impunidad. ¿Es casual que el caso haya estallado a las pocas semanas de la abdicación de Juan Carlos I y en medio de las negociaciones del presidente Rajoy y Mas en torno al futuro de Cataluña? Mi amigo siciliano dice que somos unos ilusos si no vemos la trama.

Así las cosas, es absurdo que el resto del país caiga ahora en el regodeo y el frenesí anticatalán. El argumento es simple, pura Sicilia. Jordi Pujol y su familia robaban a lo grande. Bienvenidos al club. No existe un solo viejo partido político español que no esté salpicado de mierda hasta las cejas y ni un sólo político español que no sepa perfectamente lo que estaba pasando en sus propias filas. Con estos antecedentes son muy pocos los que tienen autoridad moral para condenar la conducta del vecino. Y menos aún hacer bromitas de ninguna clase. Quizá haya algún memo que crea que sólo los ladrones nacionalistas merecen el título de delincuentes, precisamente por ser nacionalistas. En realidad los ladrones no necesitan de ningún ideario político para serlo. Roban y basta. Como en Sicilia.

Pero contrariamente a lo que se piensa ahora, el discurso nacionalista catalán permanece limpio e intacto. Otro tanto ocurriría si al hablar de Medicina alguien abominara de ella al descubrir que el médico que le recomendó dejar de fumar ha resultado ser un fumador y hasta un contrabandista de tabaco. Según mi amigo, hemos de estar por encima de las miserias humanas y creer en las ideas. Si las ideas son buenas, trascienden a las personas que las defendieron y contribuirán al desarrollo del país. Si son malas, no importa que su impulsor sea un ladrón o un santo. No funcionarán. Las ideas siempre van por libre, y sólo el tiempo dirá si aún tienen valor. Lo malo es que las venganzas y conjuras mafiosas no van por libre. Y no sabemos o no queremos verlo.