En Mallorca se dice de quien pretende haber hallado la cuadratura del círculo o el bálsamo de Fierabrás que "ja té la Seu plena d´ous", o sea, que ha llenado de huevos la Catedral, lo que equivale a decir que ha logrado un propósito tan descabellado como inútil.

Hace unos días, el nuevo Rey de España y su esquemática esposa lo consiguieron al recibir en audiencia, en un totum revolutum, a representantes de Cáritas, de la Cruz Roja y de asociaciones de gays y lesbianas. Sólo les faltó recibir al mismo tiempo a la cúpula militar, al coleta de Podemos, a la Colau de la Plataforma Antidesahucios y al Cuerpo diplomático acreditado en España con el nuncio a la cabeza. Hubiera sido impresionante, porque puestos a pujar en surrealismo, ¿Qué más dan dos que veintidós? Y si, además, el cóctel subsiguiente hubiera incluido pastelillos de marihuana con torta de Casar, martinis de tequila al gusano semitóxico, tomatitos cherry con levísima inyección de Viagra y perlitas de chocolate con hormonas de búfalo africano, ¿quién podría pedir más? Todo moderno, ultraoriginal y muy al gusto de la consorte y de su complaciente marido, el Rey católico. Al final, todos contentos y felices para alegría de la prensa rosa haciendo caja y con el "rating" de popularidad de la Monarquía dos puntos arriba. No se puede aspirar a más.

Visto lo anterior, conviene no equivocarse. Telecinco lidera la clasificación de audiencia en nuestro país a base de dedicar horas de programación a temas tan ejemplares como los avatares vitales de personajillos como una tal Rosa Benito y sus desavenencias con un tal Amador Mohedano (!), los de la llamada Princesa del Pueblo (nunca un coito fue más rentable ni más perdurable) y los de otra chusmilla tan impresentable como esa colección de pícaros que presentan el programa para recreo de millones de españolas y españoles adictos a la telebasura. Mientras tanto, La2 apenas llega al tres por ciento de cuota de pantalla.

En estas circunstancias, no es de extrañar que haga ya años que una cuadrilla de enterados de derechas e izquierdas, todos corruptos, haya instalado un simulacro de democracia que les garantiza un próspero futuro construido a base de trinques, connivencias y un grado elevado de impunidad.

Delenda est Hispania, pero ¿qué más da? The show goes on.