Leo este titular en un diario: "La barba de Rajoy no tiene contenido". Su autor es un barbero de moda. De inmediato la frase me seduce, como si expresara algo que ya flotaba en el ambiente pero nadie había verbalizado. Hay barbas horrendas, chocantes, hilarantes, pretenciosas o absurdas, pero lo peor de una barba es que no nos diga nada, ni haya modo de saber qué nos quiere decir con ella el portador. La barba de Rajoy es confusa, difusa y espesa, y únicamente su longitud discreta da cuenta de una cierta mesura. Es, desde luego, una barba que oculta algo, quizás un gesto que aspira a dejar en la sombra, pero esa intención no basta para darle contenido. ¿Quién es en realidad Rajoy?, se preguntan algunos. ¿Un reaccionario moderado, un rojo encubierto, un conservador de libro, un librepensador?. ¿O será simplemente confuso, difuso y espeso? En ese caso la barba sí tendría contenido.