El año que está a punto de finalizar ha sido, según distintos indicadores, el del despegue económico y de la salida de la crisis iniciada en 2008. Sin embargo, las buenas estimaciones de los datos macroeconómicos no se perciben todavía en el seno de la sociedad, sobre todo en sus capas más vulnerables. El reto para 2014 está, por tanto, en hacer efectiva, en sentido práctico y directo, la recuperación económica para el ciudadano de a pie. Para ello, como indicó el Rey en su discurso de Navidad, será necesario contrarrestar el todavía exagerado efecto del paro, asegurar la accesibilidad a los bienes de consumo básicos y garantizar la solvencia de los servicios esenciales básicos, desde la Sanidad debilitada por los recortes a una Educación ahora presa de conflictos y de imposiciones gubernamentales tanto a nivel autonómico como estatal. Hablamos del TIL y de la LOMCE.

La empresa de salir de la crisis que se marca para el 2014 es ardua y poliédrica y por tanto es misión colectiva que no puede escatimar esfuerzos ni admitir exclusión. Pero no es una tarea exclusivamente de parámetros o condicionantes económicos. Poco o nada se avanzará si no se logra superar el divorcio entre clase política y ciudadanía. Para lograrlo será imprescindible la renuncia expresa de las esferas dirigentes y su entorno, sin excepción, desde la Familia Real al último concejal, a la corrupción política y hasta a la misma ambigüedad o titubeo en el desempeño de funciones institucionales, que ha acabado lacerando las arcas públicas. En 2014 deberemos ver todavía a demasiados políticos rindiendo cuentas de los desvaneos cometidos en el pasado. Lo lógico debería ser todo lo contrario, el testimonio nítido y ejemplarizante de la clase política.

La Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional sostienen que con las reformas estructurales acometidas „duras y sangrantes para el ciudadano, aunque esto no se diga„ España se sitúa en la senda adecuada para el despegue. El presidente Rajoy ha sentenciado que 2013 ha sido mejor que 2012 y peor que 2014. El president Bauzá asegura que Balears ha hecho los deberes necesarios para ponerse al día en la regeneración económica. Lo dice en un año con una campaña turística excelente, cuyos beneficios no han tenido sin embargo repercusión social y frente a un pronóstico de mayor incremento todavía de turistas para la próxima temporada, ante la cual los hoteleros solicitan congelación de salarios. El Gobierno también ha acabado congelando el salario base. Está claro que faltan muchas cosas por pulir y abundante sentido de la justicia social por aplicar.

El mensaje de optimismo que ahora emana de las instituciones será creíble en la medida en que el ciudadano pueda percibirlo con sus manos en su devenir cotidiano. No será fácil hacerlo con un recibo de la luz incrementado, aunque sea en un porcentaje inferior al 11% de la subasta de eléctricas que el Gobierno anuló, con los sueldos congelados o a la baja y mientras, como ha publicado Diario de Mallorca esta semana, las familias de Balears sean las que mayor poder adquisitivo han perdido de toda España y hasta la atención a menores, con un deterioro escalofriante, se resienta por ello.

Pero debe imponerse un claro cambio de tendencia en este sentido, sin excusas ni paliativos, porque las circunstancias y el terreno están abonados para ello. En el año de elecciones europeas que se avecina, es responsabilidad de los gestores públicos, de quienes hoy regentan las instituciones, generar el clima de confianza y los medios necesarios para que los primeros efectos de la recuperación económica, todavía débiles, pero que ya se vislumbran, repercutan sobre el ciudadano y encaucen la estabilidad, sin nuevos sobresaltos, para los años venideros.