Quizá, tras escuchar el fraseo de algunos políticos o comentaristas (pueden incluirme y agacharé la cabeza), hayan pensado que, entre las palabras que clarifican y esas otras que oscurecen, existe una categoría intermedia: las que aburren. A no ser que de vez en cuando se anoten a título de inventario y es lo que he hecho a ratos perdidos.

Se siguen empleando con profusión la primera parte de ciertos refranes, costumbre en la que también suelo caer por ahorrarme explicaciones: "A buen entendedor€", o "donde dije digo€", aunque aún no me haya dado por las palabras que parecen otorgar una pátina de estar al loro. Es el caso de la dichosa "asertividad" o la "gobernanza", esta última una antigualla rescatada no sé bien con qué objetivo pero, a lo que se ve, muy pegadiza en algunos círculos. En cambio, parece haber perdido vigencia aquello de destapar la caja de los truenos, la de Pandora o mencionar la Crónica de una muerte anunciada, el título de García Márquez con que el listillo de turno subrayaba que él ya se lo veía venir y que era difícil dársela con queso, aunque esto último, lo del queso, se prodigue menos.

No pretendo restar méritos a nada de lo anterior, porque intentar comunicar desde el tópico, incluso desde la sandez, tiene su miga. Ocurre, sin embargo, que a veces las palabras no traducen el pensamiento sino que certifican su ausencia, y por su mediación pueden embaucarnos o llevarnos al hastío. Lo que resulta más claro es que no todas las palabras pueden ser manejadas por cualquiera, y de ahí las muletillas, las reiteraciones€ Es más cómodo apropiarse de la ocurrencia del personaje y, por ese camino, determinadas expresiones se popularizan durante un tiempo. ¿Les suena la caza de ratones por un gato blanco o negro, porque el color no importaba? Creo que fue Felipe González quien inició la moda; el mismo del "torticerismo". Y atribuyo, no sé si erróneamente, lo del "ahora no toca" al expresident Pujol que, sin ser un maestro del castellano (imperialista. ¡Vade retro!), consiguió un buen número de seguidores: políticos y también algún que otro locutor ("los comicios van a ser cuando toca". Cadena SER, 13-6-2011). ¿Cuando toca qué? ¿Quién?

Podría concluirse que si lo importante no es lo que se dice sino cómo se dice, estamos aviados. ¿Ejemplos demasiado lejanos en el tiempo? Pues por aquí, y en toda época, lo del "vergonya, cavallers€" que ya iría siendo hora de buscarle alternativa, o "con la que está cayendo" y, en este caso, entran ganas de pasar página pitando por ver si escampa. Últimamente también se nos martillea con el "sí o sí", fácil de entender sin necesidad de exprimirse la mollera, "implementar" cualquier chorrada y el aún más cuestionable "poner en valor", que no se sabe bien por dónde cogerlo aunque supongo que debe ser un compendio, metido con calzador, de promocionar, primar, resaltar, reivindicar o qué sé yo. Uno intuye en general por dónde va el rollito, aunque haya ocasiones en que se tienen ganas de interpelar al hablante para terminar con las dudas. Así me ocurrió al oír que "el PSOE hace aguas", en plural, lo cual induce a preguntarse, puestos en plan cursilón, si serán mayores o menores. ¿Ustedes qué creen?

A propósito de la cuestión, vienen que ni pintados los versos de Blas de Otero: "[€] Si he perdido la voz en la maleza / me queda la palabra". Puestos a juzgar, más valdría que algunos perdieran en la maleza esta última, porque de ser cierto que con la palabra se fabrican realidades, quizá parte de la que está cayendo (con perdón) se deba a las malditas palabras. También las hay benditas pero no son hoy el tema, de modo que seguiremos con las otras. En ocasiones, el primer idioma del autor explica el modismo: "Es lo que tiene€", en lugar de ser la consecuencia. O la causa. Sin embargo, el asunto puede no ser tan simple. Es frecuente escuchar que "se ha dicho en sede parlamentaria", retorciendo el más sencillo "en el Parlamento". De tratarse de una casa de putas, y no se está lejos, será, obviamente, "en sede prostibularia". Y no quiero orillar el modo que tienen algunos mandamases de introducir propuestas o simples naderías: "Desde aquí quiero decir que€". Ponen el énfasis en lo que suponen de extraordinario interés para la audiencia; que es "desde aquí" y no desde allá o „más intranquilizador„ "desde el más allá". En cualquier caso es desde aquí, entérense bien, para hacer lo que hay que hacer y eso es lo que estamos haciendo. ¿Les suena? ¿Les quedó claro?

Y para finalizar „por espacio, que no por ganas„, reparen en que, en los últimos tiempos, cualquier situación es, para muchos de los politiquillos que soportamos, "complicada". Nada de buena o mala, sino complicada, lo que no será óbice para hacer "lo que toca" si acaso toca. Y ya podemos irnos tranquilos a la cama porque, como esforzados gestores que son, ponen todo su empeño en clarificar el mundo, "y este es el criterio ´en base al cual´ vamos a tomar nuestras decisiones" (Rajoy, 28-8-2012). "En base a" su habilidad dialéctica toda nuestra confianza aunque, a veces, calladitos están mejor.