Si quiere preguntar, pero se teme la respuesta, pues toda pregunta arriesga (en Caballería, arma en la que serví, se decía "el que pregunta se queda de cuadra"). Los soberanistas catalanes no quieren que la pregunta les salga por la culata, para acabar limpiando establos, y han optado por el merodeo. Falta de arrojo suficiente para montar una independencia como es debido. No vale jugar a la ambigu?edad, para rascar votos, ni dar el triple salto con red: o se arriesga o no. En nuestro marco de entendimiento (que no es el alemán, ni el de EE UU) tener un Estado es tener ya la independencia, pero tal como está redactada la doble pregunta cabría un Estado sin independencia. El votante necesitaría ser asistido por un profesor de escolástica y otro de derecho constitucional comparado, y así no vale. El derecho a decidir comporta el derecho a tener claro aquello sobre lo que se decide.