Artur Mas acaba de dar a Rajoy la oportunidad de un éxito espectacular en las elecciones generales de 2015. Aunque finjan lo contrario, las derechas siempre acaban entendiéndose. La decisión unilateral de convocar referéndum autodeterminista el 9 de noviembre del próximo año pone en manos del PP y de su gobierno el imperativo de defender la soberanía española en términos de heroica intransigencia. Es lo que esperaba el inquilino de La Moncloa para salvar su destrozada imagen y compensar con la cruzada de la unidad las rentas que seguirá perdiendo con la "reforma de la reforma" y la imposibilidad de superar la crisis, antes de las urnas, con una reducción satisfactoria del paro, supremo argumento que minimiza rodos los demás. La "acción de oro" ha regresado al patrimonio electoral del gobierno español.

Si Mas pudiera asesinar „metafóricamente hablando„ a su pareja de hecho, Oriol Junqueras, no lo pensaría dos veces. Pero no puede, porque sin él caería el presupuesto de 2014 y se vería abocado a anticipar unas elecciones plebiscitarias que, al día de hoy, tiene perdidas. Hablando por boca de Mas, Junqueras ha impuesto el concepto independentista en una doble pregunta que es cualquier cosa menos clara e inclusiva. La primera parte, la que CiU quería, resulta ambigua: los miembros de una federación suelen ser estados, pero no independientes. La segunda parte, impuesta por Esquerra Republicana, excluye a todos los catalanes que no den el sí a la primera. Mas ha conseguido salvar el requisito de legalidad y ya no dice que habrá referéndum "sí o sí", pero ya sabe de antemano que la legalidad española, a la que se refiere, impone el no por definición.

A cambio de esta concesión a Junqueras, es posible que Esquerra se integre en el gobierno autonómico catalán. Otro caramelo envenenado para el president, cuyo presupuesto "antisocial" será torpedeado desde dentro por el izquierdismo republicano, y nada se diga de las presiones de ICV y la CUP, hoy sumadas a la declaración unilateral. En resumen, no falta ni uno de los atributos de lo que no puede ser, y, además, es imposible. Por si algo faltaba, en la rueda de prensa de Rajoy con el presidente del Consejo Europeo, negó éste a una Cataluña independiente toda opción de continuidad en la UE, completando el cuadro de radicalidad antiseparatista descrito por el presidente español. Una pedagogía del infierno en que caerá Cataluña con la combinación de todos estas realidades bastará para dinamitar cualquier esperanza razonable de los catalanes biempensantes y abrir a Rajoy las puertas de un segundo mandato, aplique o no el artículo 155 de la Constitución que le faculta a disolver la autonomía catalana. Quizás Artur Mas tenga ya calculado el pago que merece un favor tan extraordinario.