El paro baja, pero vuelve a destruirse empleo. Significa que estamos mejor sin dejar por eso de empeorar.

-¿Cómo me ve doctor?

-Mucho mejor, pero se muere.

-¿Tengo una mejoría que me mata?

-No pretenda entenderlo. Basta con que lo finja.

En eso estamos todos, en fingir que entendemos. Durante los últimos años hemos hecho un máster colectivo de pensamiento paradójico. Nos han bajado las pensiones subiéndolas; nos han aumentado los impuestos reduciéndolos, y nos han dado en la cabeza con una reforma laboral por la que, pese a perder todos los derechos, el Gobierno asegura que nos ha hecho un gran favor. Citamos solo algunos de los casos, para no aburrir. Pero también ha aumentado el presupuesto de becas, que recibe menos gente, y se han introducido varias formas de copago que no son formas de copago. Ahora, la ministra Báñez se va a gastar dos millones y medio de euros en una campaña de publicidad a favor de esa reforma laboral gracias a la que baja el paro a base de destruirse el empleo.

-Si los beneficios de la reforma son tan evidentes, ¿por qué gastarse el dinero en una campaña?

-Porque el personal estaba acostumbrado a reformas laborales con burbuja y esta nuestra es sin burbujas.

-¿Y eso qué quiere decir?

-Todavía no lo sabemos. De ahí la necesidad urgente de una campaña explicativa.

La agencia de publicidad que se haga cargo del asunto tendrá el mismo mérito que el abogado que asume la defensa de un criminal confeso. Todo el mundo, por malo que sea, tiene derecho a la defensa, y todo producto, por repugnante que resulte, tiene derecho a una campaña de publicidad. Así es la democracia.

Cuando hayamos escuchado cinco spots, si están hechos con gracia, aceptaremos el sindiós de que el paro baje al tiempo que se destruye el empleo. A ver si mi médico encuentra el modo de que me baje la tensión sin que deje por eso de subirme, o yo mismo logro abandonar el tabaco sin dejar de fumar.