Un día entrevisté a una persona que se había hecho famosa en el colegio de San Cayetano, al preguntar:

-¿Por qué el Nilo desemboca en el Mediterráneo, si el agua cae hacia abajo?

Imaginen la carcajada de sus compañeros, especialmente reprobable porque el interrogante exhala discernimiento. La riqueza del Nilo, concentrada en su fértil delta, fluye paradójicamente hacia arriba. En Mallorca sucede exactamente lo mismo. El trickling down o goteo del dinero que esgrimen los economistas neoliberales, para justificar las grandes fortunas, no se produce desde los favorecidos a los desprotegidos, sino desde las capas medias de la población hacia una corteza recompensada con creces.

Al igual que el Nilo remonta el mapa sin motor aparente, un millón de mallorquines trabaja para enriquecer fuera de toda norma a un puñado de privilegiados que han transformado el oro de Mallorca en plomo. A continuación, el feroz cumplimiento de las leyes estadísticas condena a la comunidad a la riqueza sin matices, y la priva de cualquier mecanismo de corrección. Si Bill Gates se instalara en Mallorca, se dispararía la renta per cápita, pero usted no vería un solo euro. La resaca de la lluvia hacia arriba de la riqueza es un lugar extraordinario para vivir, si te lo puedes permitir. Si te has aclimatado a la zona templada, vivirás con más holgura en una región pobre.

La riqueza antigravitatoria está interiorizada. Jaime Martínez, director general de Turismo, afirma alegre que "la próxima temporada será más rentable". Es superfluo especificar para quiénes. No habla de empleo, se dirige a los faraones del Nilo mallorquín. Olvida a los esclavos de la industria hortelera. El goteo hacia arriba estalla con la potencia de ses Fonts Ufanes, hasta el punto de que el puñado de afortunados ya ha conseguido la desestacionalización de Mallorca, que se llama Caribe. Por tanto, no se extrañe si le asalta la sensación de estar levantando las pirámides.

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