Fumar mata, reza en todas las cajetillas de cigarrillos; una leyenda que va acompañada de imágenes de las consecuencias de un consumo continuado. Pese a esta realidad, el consumo de tabaco continúa siendo la principal causa de muerte evitable en la Unión Europea, por lo cual la decisión está en nuestras manos. Sin embargo, y sobre todo los jóvenes, caen en una adicción que a menudo empieza como una moda, para ser aceptado en un colectivo, sin advertir de las consecuencias de dependencia a futuro.

Hace doce años se aprobó en el marco comunitario una legislación para frenar el consumo de tabaco, encarando la negativa de las empresas tabaco. Tras ese tiempo era necesario intensificar y ampliar las medidas para reducir el consumo del tabaco, sobre todo entre la población joven, pues es sabido que el 70% de los que fuman ha comenzado a hacerlo antes de los 18 años.

En ese sentido, es una gran noticia que en el Pleno del Parlamento Europeo hayamos aprobado una propuesta legislativa que tiene como objetivo frenar el consumo de tabaco entre los jóvenes, protegiendo la salud y minimizando el impacto económico en los productores de tabaco.

Los europarlamentarios hemos logrado llegar a un consenso en determinadas medidas que considero sumamente importantes para el objetivo perseguido para la actualidad y que las futuras generaciones estén libres del hábito del tabaco.

Lo primero ha sido incrementar la información y las advertencias sanitarias en paquetes o los embalajes de cigarrillos, del tabaco de liar y del tabaco de pipa de agua. Esa información cubrirá el 65% de la superficie externa de las caras frontal y trasera del empaquetado, frente al 40% actual.

Además, se ha acordado prohibir la incorporación de aditivos y aromas de frutas a los cigarrillos para lo cual se da un plazo de tres años para eliminarlos; además de los cigarrillos con mentol, para los que se otorga un periodo transitorio de ocho años. Igualmente, se ha aprobado prohibir los paquetes de menos de 20 cigarrillos.

Los eurodiputados hemos propuesto que solo se autoricen los cigarrillos electrónicos que se presenten con propiedades curativas o preventivas, los cuales tendrían que ser autorizados como medicamentos, pero en cualquier caso, que no sean suministrados a menores de 18 años.

¿Qué pretendemos con estas acciones? Lo que queremos es generar una sociedad más saludable, que deje de autodestruirse y para ello acudimos a la base, a los jóvenes. No podemos permitirnos ver crecer adolescentes vinculados a un cigarrillo en sus manos, debemos hacerles llegar la percepción de los riesgos de su consumo, que no se trata de un elemento que eleva la autoestima, sino todo lo contrario, y que resta oportunidades.

Los datos con los que contamos no son alentadores, pero dan una visión de los efectos de las acciones adoptadas. En la Unión Europa se registran 700.000 muertes cada año. En España, más de 50.000 personas fallecen cada año a causa del tabaquismo, sobre todo del cáncer de pulmón, un 30%, y el tratamiento de enfermedades relacionadas con el consumo del tabaco cuesta cerca de 15.000 millones de euros anuales a la sanidad española.

Pero también quiero reflexionar sobre la idea de que los adultos somos el modelo de los menores y los jóvenes. Fumar no puede ser un comportamiento habitual en el hogar o en la sociedad; los mayores han de ser conscientes del impacto que genera su actitud.

Es evidente que el riesgo de incorporarse al hábito tabáquico de los adolescentes crece con la presión de sus compañeros, pero un joven bien informado también tiene el poder de hacer frente a este tipo de situaciones y negarse a su autodestrucción.