A estas alturas de la película el argumento está claro, no la trama ni el desenlace. Sabemos ya que la sociedad civil se está rebelando, solidariamente con la marea verde, contra la política educativa de este Govern. Política sintetizable en cuatro claves: reducción de medios y recursos para la educación, ataque a la escuela pública, mordaza a la discrepancia e imposición del TIL, sigla que encubre la paranoia anti catalán.

Sabemos también de las frivolidades conceptuales, falsedades y estupideces de antología con las que se pretende justificar lo injustificable. Dos ejemplos: Bauzá lanza con una seguridad escalofriante afirmaciones tales como "estamos en la cola de Europa en fracaso escolar" e inmediatamente relaciona el hecho con la inmersión en catalán en las escuelas sin tener la mínima base científica para justificar semejante disparate conceptual. Igualmente es capaz de decir que él se debe al programa del PP de las últimas elecciones, cuando es comprobable que el PP no planteó esa intención y sí la de facilitar la libertad de elección de idioma y conseguir un Pacto escolar que evitara que las normas siguieran cambiando según el color político del gobernante (!).

Podría seguir poniendo negro sobre el blanco otros descriptores de la situación. Certezas que ya tenemos, cosas que sabemos a partir de los hechos€ Pero necesito ir más allá. Como padre castellanoparlante y como cooperativista.

Como padre castellanoparlante, expresar la vergüenza profunda que me produce la actitud de algunos sectores de la derecha rancia que ahora domina el PP. Durante treinta años he participado en un proyecto cooperativo, en catalán. Mis hijos han adquirido como la generalidad de alumnos del centro, buenos niveles en castellano y en catalán y buenas bases para el inglés (siempre mejorables, claro) y yo, como miembro del claustro, siempre me he expresado libremente en el idioma que me ha venido en gana. Cuando las discusiones son más profundas, me sale el idioma materno y no me esfuerzo en cambiarlo; jamás he sentido la mínima presión por ello. Y ya ven, no podría entender una Mallorca social y culturalmente sostenible sin una escuela en catalán. En el catalán de los padres y abuelos. ¡Claro! (¡qué cosas se le ocurren a este señor!). Que, evidentemente, es compatible y sustentable a partir del catalán normativizado. ¿Se atrevería José Ramón a proponerle a Mariano o a sus homólogos de otras comunidades la receta de que huyan de la normalización lingüística de la RAE, y que, por ejemplo, los niños de Granada aprendan a escribir en la escuela como hablan sus padres? ¿Escribirán a partir de ahora el "granaíno" en vez del castellano normativizado?

Como profesor de una escuela cooperativa de enseñanza, también me duele. Ya lo ha dicho la escuela católica y las cooperativas no pueden ser menos: El TIL no es aplicable en la escuela concertada pues invade las competencias que se derivan del artículo 27 de la Constitución española, de la que se deriva en sucesivas leyes la libertad del centro para la realización de su propio ideario. Sí, he dicho "libertad". Libertad que en el caso de las cooperativas se traduce en la voluntad, plasmada en los rasgos de identidad de cada centro, de luchar por esa Mallorca social y culturalmente sostenible. Por tanto de optar por una enseñanza con lenguaje vehicular en catalán.

Entiendo por tanto que las cooperativas tienen que manifestar ya su particular "¡basta!". Desde el respeto a los socios trabajadores que decidan seguir secundando la huelga, las empresas simplemente tienen que volver a la normalidad dejando claro a la sociedad y especialmente a nuestros colectivos de padre y madres, que nuestros proyectos de centro seguirán adelante, que nuestros proyectos lingüísticos permanecerán.

Igualmente las cooperativas deben expresar su apoyo sin fisuras a la lucha de la escuela pública y tender puentes de acercamiento entre los diferentes sectores de la educación (¡que ya lo están haciendo!). Es muy buen momento para ello. Entre los dos pilares de la red dual que se consagra en la Constitución debe generarse una sintonía. Más allá de la titularidad del centro, debe primar el deseo de ofertar un servicio público de calidad; con suficiente control social en cualquiera de los casos. Esa intención de conseguir que la educación sea motor inteligente y solidario de la comunidad sostenible debe guiar el impulso cooperativo. Siempre más allá de la ocurrencias esperpénticas de los gobernantes que sufrimos.

Ojalá esta locura acabe pronto y pronto podamos dejar de hablar del TIL. Ojalá que este gobierno capaz de ponerse a "experimentar" con nuestros hijos en vivo y en directo, de la noche a la mañana y sin crédito intelectual, consiga ejercer de kamikaze sin arrastrar tras de sí a toda una sociedad rehén.

* Socio cooperativista y profesor de Secundaria