No creo que sea equivocado pedir a las partes enfrentadas, Govern y docentes, un poco de racionalidad para acabar con la huelga y normalizar el curso académico. Pero para ello hay que hacer un esfuerzo de objetivación y calificación de la situación. Intentémoslo, a pesar de que no seamos pedagogos:

1) El Govern no puede mantener de forma seria que el dichoso Tratamiento Integral de Lenguas nada tiene que ver con la reforma de la inmersión lingüística. No se atreve con el decreto de mínimos y la ley de normalización lingüística que su propio partido aprobó. El primer deber del político para tener credibilidad es decir la verdad. La promesa electoral de respetar la libertad de elección de lengua no ha dado el resultado esperado y por eso se han inventado este apaño improvisado del TIL. El Govern del PP sufre ahora las consecuencias de la política desarrollada por anteriores gobiernos formados por políticos para los que no importaba la ideología sino el poder.

2) Aunque la intencionalidad del Govern sea eliminar la inmersión lingüística de forma subrepticia y cobarde, sin dar la cara, no creo que sea ningún disparate una educación con tres lenguas vehiculares repartiéndose equilibradamente el conjunto de asignaturas: catalán, castellano e inglés. Ya se han pronunciado el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo sobre la condición de lengua vehicular, tanto del castellano como del catalán. Eso sí, siempre que se arbitren los medios para que no se haga un pan con unas tortas. La educación es una cuestión demasiado seria para frivolizar sobre la misma desde el poder político. La Logse, una magnífica ley según sus promotores socialistas, ha sido una mala ley porque fue pensada en abstracto sin tener en cuenta las posibilidades económicas del país para sufragarla. No las tenía. Y una ley que no se puede aplicar es una mala ley, porque no sirve para lo que fue pensada. El fracaso escolar es debido más a la Logse que a la inmersión lingüística.

3) La inmersión y la legislación lingüística no es fruto de ningún consenso social. Es el resultado de un consenso de la clase política „despotismo ilustrado„ contra el que se ha situado una parte del electorado, lo que ha obligado al PP de Balears a alinearse con el discurso de su dirección nacional. El PP ofreció un programa electoral aprobado por una mayoría nunca vista. Tiene derecho y legitimidad para desarrollarlo. Pero con racionalidad.

4) La huelga no está protagonizada por el nacionalismo radical para imponer sus tesis lingüísticas. La participación es muy amplia y el Govern, al minimizarla, pierde aún más credibilidad. Hay que incluir entre sus motivaciones los recortes, el menosprecio a los docentes y la inviabilidad, tal como está, del propio proyecto educativo del TIL. Atribuir el descontento generalizado al control de los docentes por parte del nacionalismo es una torpe manera de radicalizar y ponerse en contra a una inmensa mayoría de trabajadores de la enseñanza que defienden su dignidad profesional.

5) Si el Govern aceptase negociar con los sindicatos un calendario progresivo para el TIL basado en criterios pedagógicos, no exclusivamente, como ahora, ofreciendo su voluntariedad este año para 1º de ESO o para el curso 2014-2015, y los enseñantes quisieran seguir con la huelga, ésta se convertiría en una huelga política. En democracia las decisiones no las toman los técnicos, por muy cualificados que estén, las toman los ciudadanos a través de los elegidos en las urnas.

6) El discurso que hacen algunos, especialmente los nacionalistas, de que la política lingüística de Bauzá y su Govern es fruto de su odio hacia la lengua catalana, es una estupidez que por ningún lado se puede coger. La demonización del adversario para mejor atacarlo es un arma propia del totalitarismo; el espurio recurso a la emoción cuando no se tiene razón. Es, además, una ofensa a la inteligencia de sus destinatarios.

7) Los huelguistas deben distinguir entre unas reivindicaciones para las que existen argumentos y el alineamiento con una opción legítima como el nacionalismo, pero que no ha tenido apoyo suficiente en la sociedad como para imponer de golpe y para siempre su modelo lingüístico. Son los empleados públicos sobre los que gravita una responsabilidad inmensa: formar los ciudadanos del futuro.

Una huelga indefinida hasta la retirada final del TIL, sin otro objetivo que hacer morder el polvo al Govern, es una barbaridad. No permite más negociación que los espacios y el tiempo donde escenificar una rendición incondicional de un gobierno salido de las urnas.

8) La radicalización de los políticos nacionalistas en torno a esta huelga deriva de su convencimiento de que se está librando la batalla decisiva para la suerte de su ideología en Balears. Las anteriores batallas las habían ganado sin bajarse del tren. Se las habían regalado los dirigentes del PP y del PSOE de Balears. Los primeros por no tener principios, los segundos por haber vendido los suyos al nacionalismo, ajenos a la mayoría de sus votantes y a su propia historia.

9) La utilización de los estudiantes en algunos casos concretos para reforzar la huelga, es una vergüenza que sólo puede inspirar repugnancia. La tarea de los enseñantes es educarles no adoctrinarles. Adoctrinar es lo contrario de formar personas libres, que decidan por su cuenta, no según las cuentas de la tribu.

10) El actual TIL tal como está diseñado, es impracticable. Lo dicen todos los expertos. Si grave es el empecinamiento en una huelga sin objetivos posibles, más grave es aún la pretensión del Govern en empecinarse en algo técnicamente deficiente. Con profesores con certificados B-2 de inglés, sin profesorado específico de apoyo y grupos reducidos, no solamente no se puede enseñar en una lengua como el inglés, además, se hace el ridículo.

Señores del gobierno, tienen la potestas que les confiere una gran victoria electoral. Pero sin la comunidad educativa o con una comunidad educativa humillada y menospreciada no podrán atender a una de las máximas preocupaciones de los ciudadanos, incluyendo a sus votantes. Sigan negociando con el comité de huelga una aplicación razonada y razonable del TIL. O retiren el TIL y legislen para que castellano y catalán sean, ambas, vehiculares al 50%. Ganarán auctoritas.