Vuelco de términos y comportamientos. El vigilante vigilado y el garante de la equidad y los postulados legales puesto en duda hasta el extremo de la intervención policial y la imputación procesal. Los policías vuelven a investigar a policías en Palma, con todo lo que ello comporta. La corrupción se regenera a diario en esta isla irreductible. Igual que las plagas que mutan en inmunología frente a los agentes exterminadores. ¿Por qué Mallorca es tan propicia a estas situaciones?

La Guardia Civil entró ayer, con mandamiento judicial en mano, en el cuartel central de la Policia Local de Palma. La imagen de uniformes verdes husmeando por imperativo profesional en las actividades de los uniformes azules es inquietante y descorazonadora para el ciudadano que, en cuanto a irregularidades de quienes deben velar por la igualdad y la garantía de derechos básicos, ya no sabe muy bien a qué atenerse. Se dirá que la película policial transformada en realidad ayer en Palma constituye un hecho aislado. No tanto, visto los antecedentes, incluso sin salir del ayuntamiento de Palma porque no es la primera vez que el alcade debe prescindir de forma abrupta de un cargo de confianza. ¿Sabe en quién confía Mateo Isern? ¿Es consciente de que sus asesores le llevan por mal camino? Pura contradicción cuando el bastón, en vez de mantenerte erguido, te ayuda a tropezar. Otra inversión de términos mayúscula.

El director general de Seguridad Ciudadana de Palma, Enrique Calvo, tuvo que dimitir ayer por la vía rápida al conocer su imputación como consecuencia del presunto amaño de unas oposiciones para oficiales de la Policía Local. La fiscalía Anticorrupción parece tener pruebas sólidas de que, desde el ordenador del despacho de Calvo, se enviaron correos electrónicos con los exámenes a realizar dirigidos a dos de los aspirantes a una de las 14 plazas de oficial en juego. Los presuntos beneficiaron obtuvieron buen resultado en las oposiciones celebradas en el mes de mayo de año pasado. Para mayor intriga, todo apunta a que a los "enchufados" les llegó el trato de favor a través de otro policía local expedientado e implicado en la trama de los Ángeles del Infierno, el cual, en vez de anular los correos, cuidó, no sólo de grabarlos, sino de someterlos a protocolo notarial.

Enrique Calvo afirma que dimite para no perjudicar al cuerpo policial del que ha sido responsable y para poder ejercer mejor la defensa en un procedimiento del que se declara inocente. Su ordenador no ha sido el único intervenido. La Guardia Civil también se ha llevado el del jefe de la Policía Local, Antonio Vera, y el del comisario Rafael Estarellas, éste último miembro a su vez del tribunal de las pruebas en el que los dos oficiales puestos en el candelero obtuvieron plaza. Las oposiciones habían sido cuestionadas desde distintos sectores con acusaciones de trato de favor. Pese a las negativas, parece evidente que había motivos de sobra para mantener las sospechas.