Me ilustra un periódico de nombre fachilla y espíritu venal sobre la conveniencia de que los souvenirs que se venden en Barcelona (no en Girona ni Tarragona y de Lleida ni les cuento porque allí los únicos turistas son recogeperas foráneos) sean revisados porque evocan "lo español". Vade retro el satanovenir centralista: guitarras, toreros, sevillanas, toritos color azabache y camisetas de la selección, que si es campeona mundial es gracias al Barça, como todo el mundo sabe. Tal vez el periódico del conde no haya tenido presente, por una vez, la vieja ley de la oferta y la demanda, que en este caso se resume en que quienes venden no son idiotas y quienes compran puede que lo sean, pero sin que su idiotez llegue al extremo de adquirir recuerdos que nada les recordarán. En resumen, barretinas 3, monteras 2103; sevillanas 2301, caganers 0 et ita porro. Parece mentira que un grupo editorial tan apegado al vil metal no haya caído en la cuenta de algo tan simple, porque no hace falta ser muy avispado para comprender que el público europeo rechaza tener en su casa la figurita de un payesito de barro con el culo al aire ocupado en una reconfortante defecación, por patriótica que sea en Catalunya.

Aunque todo lo anterior anticipa cachondeo, he aquí que un sabio catalán de cuyo nombre ni me acuerdo ni quiero acordarme nos ha asegurado que "hace falta un plan integral del souvenir", con lo que el nivel de surrealismo del problema adquiere dimensiones inesperadas. Si el promotor estuviera dispuesto a ir a medias conmigo, yo lo estaría encantado. ¡Menudo chollo! Por eso le he escrito el siguiente correo electrónico:

Distinguido profesor: me permito proponerle lo siguiente:

1.- Un plan integral del souvenir ha de abarcar casi todas las ramas del conocimiento humano: conviene implicar en él a sociólogos, psicólogos, economistas, juristas, politólogos, cristalógrafos y, tal vez, licenciados en Semíticas. Nunca se sabe. Cuantos más chupemos del bote, por intermediación, asesoramiento o simplemente porque sí, mejor.

2.- Lo anterior conllevará el manejo de sumas considerables de un presupuesto que deberá ser financiado por la Generalitat, a cuyos efectos creará la "direcció general dels records patriòtics" en el seno de la conselleria de Fomento (y si ésta no existe, se crea, total... cuando se trata de la patria, pegas las imprescindibles; ¿acaso no contamos con el Observatori del Paisatge, con el Fórum Universal Culturas de Barcelona 2004, que se celebró hace nueve años y ahí sigue, con el Instituto Confucio y el Institut Català Internacional (!) per la Pau?). La principal tarea del nuevo ente será la de crear un marco normativo que regule los requisitos que deberá cumplir el auténtico souvenir catalán. Lo anterior implica la creación de un cuerpo de "inspectors de records turístics" (lo de souvenir pasará a ser un galicismo inaceptable en la Gran Catalunya) adscrito a la mencionada Conselleria.

Teniendo en cuenta el delicado matriz patriótico de su misión, se exigirá a quienes aspiren a ingresar en el cuerpo, además de una adhesión incondicional al ansia independentista en forma de estelada en el balcón, pertenencia previa a grupos de castellers, afiliación a partidos nacionalistas, posesión de barretinas de probada antigüedad, también señales de auténtica identidad como el rechazo a las corridas de toros y la adhesión entusiasta a los correbous o la preferencia del vermut de Reus sobre el Martini foráneo, etc.

3.- Si el plan propuesto no diera de inmediato los resultados deseados por el empecinamiento del turismo extranjero de baja estofa, mejor que mejor. Entonces me permitiría sugerir el lanzamiento de una campaña a nivel planetario (y ahí sí que nos forramos) para que la población mundial tome conciencia de que Catalonia is not Spain y vaya aceptando la superioridad del fino caganer agachado sobre el basto torero erguido, la de "Això és una dona" sobre las curvas de Bar Rafaeli y tantas pecadoras más, la del fuet sobre el jamón ibérico y la del burro autóctono sobre el toro, de Osborne o de verdad. La pasta que esta iniciativa podría generarnos nos permitiría exiliarnos a Marbella con pasaporte catalán en muy, pero que muy buen plan.

No hay nada más entretenido y surrealista que la España de las autonomías, ese vertedero de pequeñeces trascendentales que es campo de cultivo de corrupciones mil.

* Diplomático jubilado