El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) acaba de publicar su "Postelectoral de Cataluña. Elecciones autonómicas 2012" que analiza mediante una encuesta la situación en Cataluña tras las elecciones de noviembre. El exhaustivo estudio permite comprobar que aumenta el porcentaje de los ciudadanos que se decantan por la autodeterminación como la mejor solución para la comunidad. Los partidarios de que España permita a Cataluña "convertirse en Estado independiente" (en expresión del CIS) crecen un tres por ciento respecto al último barómetro del CIS y alcanzan el 40,6%. El 25,6% opta por mantenerse en el Estado pero con un grado mayor de autogobierno; permanecer en la situación actual agrada al 17,6%; sólo el 3,4% prefiere la recentralización y apuesta por tanto por unas autonomías con menos poder; y la opción de que España sea un Estado central sin autonomías seduce al 9,1%. Esta vez, el CIS no ha preguntado directamente sobre la secesión.

La conclusión más evidente de estos resultados es que el soberanismo „"convertirse en Estado independiente"„ no posee todavía la masa crítica necesaria para implantarse. Sobre todo, si se colman las aspiraciones de este 25,6% de los encuestados que preferiría quedarse en el Estado aunque con "un grado mayor de autogobierno".

Sin embargo, esta fotografía estática, que probablemente tranquilice a muchos, tiene un elemento dinámico que no se puede desconocer: el soberanismo va ganando claramente terreno, probablemente nutrido por quienes siguen siendo autonomistas pero reclaman una mejora de la situación autonómica, que ha de pasar inexorablemente por la obtención de un nuevo sistema de financiación. No puede perderse de vista que, a la pregunta "¿considera usted que la política del Gobierno central está siendo más bien favorable o más bien desfavorable para Cataluña?", un rotundo 82,7% de los encuestados responde "más bien desfavorable", frente al 6% que piensa lo contrario. La valoración que merece el gobierno central es también pésima: el 15,6% piensa que su ejecutoria es buena o regular frente al 83,6% que asegura que es mala o muy mala.

A esta situación emponzoñada y deslizante hay que añadir como dato adicional la solidez de los resultados electorales que se desprende del análisis del CIS: el 78,9% de los ciudadanos hubiera votado lo mismo si hubiese conocido de antemano el resultado de las elecciones. La actual opción de poder „gobierno de CiU con apoyo parlamentario de ERC„ es la más apreciada de todas las posibles, y Oriol Junqueras, líder de ERC, ha conseguido una cota de popularidad sin precedentes, 5,86 sobre 10, superior a la de Artur Mas (4,86), Joan Herrera (5,28) y Pere Navarro (3,77).

Otro elemento relevante de la encuesta poselectoral es la primacía extraordinaria de los medios de comunicación catalanes sobre los estatales en prensa, radio y televisión: dichos medios se han convertido en un factor de cohesión "nacional" incuestionable.

Con estos datos a la vista, la conclusión que debería extraerse desde Madrid „es decir, desde las grandes instituciones del Estado„ es que la secesión catalana no es aún imparable, pero el balance de fuerzas va virando hacia el soberanismo, alimentado por la sensación de agravio permanente que está lejos de desaparecer todavía. En definitiva, si no se toman medidas económicas y políticas, si no se abren vías de diálogo y entendimiento, la causa de la unidad territorial española estará perdida, por muchas trabas jurídicas y procesales que se intenten oponer a la deriva separatista. Al cabo, en este caso como en todos, el principio democrático predomina sobre los demás.