Tendríamos que nombrar usted y yo un grupo de expertos que calificara el acto de incumplir de arriba abajo un programa electoral. Un grupo de expertos que estudiara a fondo lo del piso franco de la red Gürtel, sufragado por el PP, y en el que vive gratis González-Pons, que cobra a su vez del erario público una cantidad equis en concepto de gastos de vivienda. Una comisión de expertos capaz de explicar por qué asuntos tan graves como la enfermedad de las personas se pone en manos de tenderos para los que la salud es una mercancía perecedera. Una comisión de expertos que estudiara a fondo a esa oposición política que en un asunto tan grave como el del recorte de las pensiones se apunta, sin más ni más, a lo que digan los sindicatos. La comisión examinaría a fondo el caso Wert y el caso Bárcenas y el caso Ana Mato y el caso Gürtel y el caso Gallardón y el caso Montoro y el caso Guindos, y el caso Aznar y el caso Campeón y el caso de los ERE de Andalucía, todos los casos, en fin, que forman El CASO, periódico inexistente porque lo ha suplantado la realidad.

Si usted y yo nombráramos una comisión de expertos que estudiara EL CASO, con mayúscula, o los casos, con minúscula, las conclusiones de los expertos, por parciales que fueran, harían saltar por los aires todo el teatrillo. Una comisión de expertos que estudiara, por ejemplo, para qué sirve el voto, además de coartada para las troikas que dirigen el mundo. Que nos pusiera al día de lo que sucedió realmente hace diez años en la asamblea de Madrid, cuando de un día para otro se privatizó el sufragio universal a fin que gobernaran los constructores de campos de golf. Una comisión que levantara las alfombras de todos los despachos de todas las bankias que sufrimos. Una comisión que nos explicara cómo Bárcenas sale y entra y se mueve con una libertad incompatible con los millones que van apareciendo en sus cuentas suizas. Una comisión rigurosa, se entiende, como la que ha aconsejado al Gobierno recortar las pensiones y evitar su actualización para que los ancianos corran con la lengua fuera detrás de su capacidad de compra. Si nombráramos usted y yo una comisión de comisiones, no habría sitio en las cárceles para meter a tanto delincuente.