Ávidos y necesitados de ánimo y buenas noticias como estamos, los datos del movimiento laboral de mayo son altamente tentadores para ser presentados de forma optimista. Tienen, sin duda, una amplia vertiente que permite hacerlo, pero la visión de conjunto ofrece un balance más equilibrado que viene a concluir que, al menos por el momento, se salvan los muebles y que la verdadera prueba de fuego, sin elementos objetivos de entusiasmo para la ocasión, llegará cuando finalice la temporada turística. Sería catastrófico que las islas no se adentrarán en el mes de junio, con todo lo arrastrado, sin una corrección positiva de los datos de ocupación.

Nos fijaremos en que Balears lleva siete meses consecutivos disminuyendo el paro y que en mayo ha sido la única comunidad española que ha conseguido generar empleo neto. Tiene 7.917 desocupados menos que el mes anterior, lo que viene a suponer una caída positiva del 9,42%. El ministerio confirma también que, después de mucho tiempo, se incrementa la afiliación a la Seguridad Social en 45.313 personas. Hoy en las islas hay 429.482 trabajadores ocupados de forma reglada. Un alivio, vistos los antecedentes. Pero, para no engañarnos, hay que admitir también que sigue faltando oxígeno para el largo recorrido.

Por supuesto, los cargos públicos de cualquier nivel, se aferran a la visión agradable de la cuestión, esa que, a conveniencia, no enfoca excesivamente lejos. España tiene casi cien mil parados menos y al presidente Rajoy le ha faltado tiempo para decir que, pese a todo, su política de recortes es la única válida. La misma frecuencia, como era de esperar, ha sintonizado el president Bauzá por lo que respecta a Balears, si bien el conseller de Economía, pese a congratularse de los datos "enormemente positivos" ha admitido a reglón seguido que "no se puede bajar la guardia". El peligro sigue acechando de verdad. Tampoco hacen falta estadísticas para confirmarlo. Basta pisar la calle o, si acaso, acercarse a las dependencias de Cáritas y entidades semejantes. La cruda realidad es que se vuelve a los niveles de empleo neto de 2008 porque los empleados temporales son los únicos realmente capaces de salvar los datos del paro. Los males se vuelven endémicos, se alivian un tanto si se quiere, pero no se logra introducir verdadera savia nueva en el mercado laboral. Pese a disponer de muchas más personas trabajando que hace un año, no deja de ser menos cierto que buena parte del empleo reestablecido lo ha hecho al precio de la precariedad. Se considera que la ocupación indefinida apenas alcanza el 10% del total de la generada. Esta es la seria advertencia que hacen los sindicatos y otros agentes sociales.

Hay otros datos alarmantes, como el de que el paro de larga duración se incremente en un 11%. Prácticamente un tercio de quienes están sin trabajo en Balears llevan más de un año instalados en esta incómoda posición. La consolidación del empleo precario va definiendo su posición estática en el balance laboral de cada mes con el agravante de los desagradables ecos que resuenan sobre la realidad, como la propuestas del contrato único o la invitación del Banco de España para deslegitimar el salario mínimo y, no lo olvidemos, la buena temporada turística acabará en otoño víctima, otra vez, de la estacionalidad y abocada al paro.