Si es usted una persona trabajadora y esforzada. De las que saben que no es oro todo lo que reluce. Si nunca quiso vivir por encima de sus posibilidades. Si jamás se concedió grandes caprichos; ni siquiera durante esos tiempos en que parecía „mero espejismo„ que éramos un país rico. Si nunca ha despegado los pies del suelo. Si aún en los escasos momentos en que la suerte parecía sonreírle, se decía: "¡Qué curioso: cuanto más empeño pongo en hacer bien mi trabajo, más "suerte" tengo!". Si, por ejemplo, nunca ha tenido un coche nuevo (sólo de ocasión), pero los ha cuidado tanto que con usted no cumplían años, sino décadas.

Si, como propugnaba Ramón Areces, intentó vivir sin pedir más créditos que los imprescindibles (jamás para cosas accesorias, como vehículos, viajes, etc.), y se propuso devolverlos lo antes posible. Si además es usted una persona que empezó prácticamente de cero (sin subvenciones familiares, ni de otro tipo) y sin embargo consiguió prosperar, aunque sólo fuera un poco, gracias a su esfuerzo personal. Si porque durante su infancia le vio las orejas al lobo de la precariedad económica (casi pobreza, o sin el casi), siempre intentó guardar algo, aún a costa „en los malos tiempos„ de privarse de lo básico (por si venían peor dadas).

Si a pesar de todo ello (o precisamente) después de algunos años de duro trabajo ha conseguido ahorrar un poco para intentar vivir tranquilo el futuro más o menos lejano de su vejez o jubilación (si es que consigue jubilarse). Si es usted una auténtica hormiguita, como la de Esopo. En ese caso, ha nacido en el continente equivocado. Y da igual que haya actuado honradamente. Porque soplan malos vientos procedentes de una pequeña isla del Mediterráneo oriental. Vientos de los que es difícil saber quién es culpable, pero que ahora mismo parecen azuzados desde el corazón de Europa.

En Chipre, Estado miembro de la Unión Europea desde 2004, las autoridades de la isla, debidamente presionadas por instancias financieras que de facto nos gobiernan (sobre todo, a los habitantes del Sur) pergeñan „a la hora en que escribo estas líneas„ una revolucionaria medida que va a hacer pupa a muchos ahorradores con depósitos bancarios a partir de 100.000 euros. Sin distinción sobre la procedencia lícita o ilícita de dichos saldos (es decir, dando igual, por ejemplo, que el dinero provenga del narcotráfico, o del trabajo honesto de quien ha pasado la vida intentando asegurar su futuro), a todos ellos planean hacerles una "quita" (en lenguaje llano: arrebatarles) de alrededor de un 40% de dichas sumas. Una medida que, en lo que respecta a ese trabajador honrado que ha pagado sus impuestos religiosamente, manteniendo así a la sociedad y al Estado, y cuyo único "pecado" fue confiar en el sistema bancario (al que, por cierto, también contribuyó a costear una inyección de dinero público con esos impuestos), es moralmente cuestionable y profundamente injusta. Y eso que ha pasado „o está punto de pasar„ en Chipre podría extenderse a otros países que no levantan (levantamos) cabeza. O, al menos, eso parece si atendemos a las palabras espontaneas e inmediatas (aunque enseguida se apresuraran a rectificar y matizar, porque los "mercados" no perdonan según que deslices verbales) pronunciadas por autoridades monetarias de la Unión. ¿Podría salpicarnos a los que estamos en el límite: Portugal, Italia, España €? Quién sabe. Pero ya conocen lo que conviene cuando ves las barbas de tu vecino afeitar. O sea que ¡ojo!

Y un último apunte, pasando de la macro a la microeconomía: si es usted del tipo descrito en el primer párrafo de este artículo, pero barrunta que puede venírsele encima un divorcio (no buscado pero inevitable), y ve que su cónyuge lleva meses derrochando la pasta a manos llenas mientras usted es el único que sigue ocupándose de que a su familia no le falte nada y a pesar de ello continúa guardando un poco por si acaso, recapacite. Porque, una vez cubiertas todas las necesidades de sus hijos (que lo primero es lo primero), no le conviene nada ahorrar pensando en el futuro de usted. Al contrario: gástese lo que le sobre en cenas y viajes. Porque como el divorcio le pille con algunos ahorrillos, dará igual que (además de haber sido y continuar siendo híperresponsable con su familia) también haya querido ser prudente. Y tampoco importará cuántos sacrificios le haya costado (o sea, cuánto haya tenido que apretarse el cinturón propio); o que su cónyuge gane más y/o tenga el sueldo asegurado (al contrario que usted, que a lo mejor es un profesional autónomo „más que vapuleado„ "apalizado" por la crisis). Porque si se conjuran a su alrededor ciertos "astros" de determinada cuerda (tema fascinante), éstos/as únicamente tendrán en cuenta que usted ha ahorrado y su cónyuge no.

Y sólo por eso (y sin atender al tren de vida de ese excónyuge), le considerarán a usted poco menos que un "potentado explotador miembro del gran capital"; y puede que hasta un defraudador fiscal (aunque haya declarado siempre todos sus ingresos y abonado sus impuestos como un campeón). Y entonces esos contubernios (que quienes llevamos un cuarto de siglo bregando en derecho de familia vemos venir de lejos) le harán pagar con creces su responsabilidad, su capacidad de trabajo, y su espíritu previsor. Situación que le costará muchos años (si es que lo consigue y no le hunden) revertir. O sea que ya sabe: depende de cómo las vea usted venir, más le vale hacerse cigarra.