En torno a la concepción de un niño, hay temas de diversa índole, social, ética, psicológica, política y religiosa. El simple acontecimiento biológico de la concepción pone en juego, entre otras cosas, la cuestión de la responsabilidad de ambos sexos, el derecho a la maternidad y/o paternidad, la igualdad de género, el respeto hacia la vida, y no solo la vida biológica, sino la psíquica. Como psicólogo me interesa plantear ciertos aspectos de este complejo y vasto tema, me refiero a la responsabilidad, la libertad de elección y los derechos. Independientemente de los enfrentamientos de género y pro o anti abortistas. Un par de historias de actualidad me permitirán situar la cuestión.

Una de las estrellas mundiales del futbol, el italiano Mario Balotelli, "Super Mario" que a sus 22 inmaduros años es ya millonario, exige pruebas de su paternidad respecto al embarazo que le adjudica Raffaella Fico, una velina término conocido gracias a las fiestas eróticas de Silvio Berlusconi que para más datos curriculares, había puesto en venta su virginidad en internet por una suma suculenta. Estos datos no son banales ya que muestran un carácter ambicioso y sin demasiados obstáculos morales.

Sería inocente no ver las consecuencias económicas de este acontecimiento: la velina se asegura mediante este acto una pensión vitalicia a cargo del futbolista. Otro fenómeno: la llegada ilegal de embarazadas para conseguir papeles por ese medio. En un recuento de mediados del 2010, se contabilizaron más de treinta embarazadas en pateras o escondidas en los bajos de vehículos.

Estas historias sirven para destacar que no necesariamente la maternidad es fruto del amor de una pareja, ni de una decisión compartida ni tampoco de un respetuoso amor a un nuevo ser humano. La maternidad puede ser solo un medio. Tanto hombres como mujeres biológicamente fértiles pueden concebir hijos como meros fines individuales. No solo indiferentes al consenso de una pareja sino incluso en contra.

Por esa razón la violación es uno de los supuestos en que la interrupción del embarazo es aceptado en sistemas jurídicos bastante restrictivos. Llamativamente la igualdad para los géneros no contempla ningún derecho a la decisión del hombre sobre su paternidad.

Se impone la pregunta de si no es esta circunstancia de indefensión del "sexo fuerte" que posibilita una de las formas más degradadas de la maternidad: el uso de la concepción como un medio económico. Como solía decir Diego Hellín, brillante médico e inquieto observador que nos acaba de dejar: ¿Por qué no existe el derecho a la paternidad entendido como aceptación tal como existe el derecho a la maternidad?

Aún otro problema. La asunción de la paternidad no es un tema meramente económico sino del compromiso de ejercer de padre. Pero resulta que para aquellos hombres que han elegido la paternidad, los jueces siguen siendo renuentes a otorgar la custodia compartida de los hijos en casos de separación. ¿Otra contradicción a la igualdad de género? Lo dicho, más preguntas que respuestas.