Entre los años 1996 y 2004, gobernó en España el partido del señor Gallardón. Y tenía una ley de interrupción voluntaria del embarazo basada en determinados supuestos: violación, malformaciones o defectos en el feto y riesgo para la salud de la madre. El partido debía pensar que era una ley satisfactoria, cuando estando en su mano no intentó modificarla. El señor Gallardón (que en algún lugar de responsabilidad política debía estar, tampoco tomó iniciativa alguna en su partido al respecto). Después de todo, era una buena ley: María Dolores de Cospedal (revista Glamour, octubre 2010) opina que "era una ley respetuosa con la vida". Entre 1996 y 2004, años en los que el partido del que es vicepresidenta tenía el poder, las interrupciones del embarazo pasaron de 51.002 a 84.985: un incremento del 60 %. La señora Cospedal y el señor Gallardón debían tener en esos años tener una mayor tolerancia en cuestiones éticas.

Pero en marzo de este año, el señor Gallardón ha visto la luz. Ha tenido su camino de Damasco (¡pobre Damasco!). Y anunció el retroceso a la antigua ley de supuestos. Es decir, que la mujer tiene que alegar un supuesto, corroborado por un médico, para interrumpir la gestación. ¿Retroceso? Juzguen ustedes. De los 28 países europeos más cercanos, tan solo tres tienen una ley de supuestos (en el Reino Unido y Finlandia, arteramente citados por algunos políticos como países con ley de supuestos, uno de ellos es "que a la mujer le suponga algún riesgo económico o social la gestación": una ley de plazos encubierta). Adivinan cuáles son esos tres países: Irlanda, Polonia y Malta.

Inglaterra, Francia, Italia (así hasta 25) tienen un periodo en que la mujer puede decidir si decide seguir o no con la gestación. Pasan de gobiernos laboristas o conservadores, de Prodi a Berlusconi, de Miterrand a Sarkozy, de Shmidt a Merkel (hija de un pastor luterano) y la ley de plazos en esos países permanece como un logro civil inamovible. Citado Damasco... hasta el Islam, desde el siglo VIII tiene su ley de plazos sui géneris: en las primeras etapas de la gestación el aborto es una cuestión privada de la mujer. Y países como Turquía o Túnez tienen desde los años 80 su ley de plazos.

Tras declarar la intención de volver a la ley anterior, quedaba lo peor. El motivo que cualquier persona entiende mejor para interrumpir el embarazo, será abolido: la constatación de que el feto tiene malformaciones. Como dicen quienes economizan el vocabulario: ¡qué fuerte! Estupor en la población, y especialmente en quienes profesionalmente nos dedicamos a la detección prenatal de problemas genéticos o físicos. La buena noticia para el señor Gallardón es que va a suponer toda una reconversión de una parte importantísima de los servicios sanitarios: ginecología, laboratorio, matronas... Mucha de nuestra actividad está centrada en la detección de esos problemas que, lo sabemos, la mayor parte de las veces no tienen solución y ante los cuales la mujer tiene en todo el mundo civilizado la opción de decidir.

¿Cuál ha sido la piedra en la que ha tropezado el caballo de Gallardón para que, más vale tarde que nunca, haya visto la luz? Opinen los politólogos. Y los economistas, en vista del ahorro que supondrá la reducción de exploraciones, consultas e intervenciones. Aunque me temo que el coste posterior en dinero y sobre todo en sufrimiento, será incalculablemente mayor. Aunque ya sabemos la abultada memoria económica que acompañará a la ley para garantizar la atención y los derechos de por vida de las personas que nazcan con graves deficiencias físicas o mentales.

¿Cuál ha sido la piedra que ha hecho caer el caballo de Gallardón para hacerle ver la luz oculta en los años 96/2004? ¿Una serpiente de verano o una nube de humo para hacernos pensar en algo distinto al drama socioeconómico cotidiano? ¿Carnaza o compromisos pasados o futuros con el sector mas ultramontano de la derecha española? No seamos descreídos. Quizá ha sido una cegadora luz divina. Lástima que ni a los profesionales que nos decidamos a atender a las mujeres embarazadas ni sobre todo a estas últimas, aunque sean votantes del Partido Popular nos sirva esta explicacion. Diariamente ya lo estamos constatando cuando comunicamos problemas graves en el feto: al comunicarlo, las mujeres nos preguntan invariablemente: "¿Todavía es legal interrumpir el embarazo si hay malformaciones?". "Todavía sí", les respondemos. Después, si tiene dinero, siempre le quedará Londres. Si no lo tiene, la mesa de la cocina, o la ayuda económica de Gallardón.

* Ginecólogo