No hay compañeros de viaje, y de rupturas, más extraños que los de la política. Todos los parámetros de la normalidad y de la afinidad se resquebrajan cuando se entra en este mundo cada día más distante de las problemáticas cotidianas de la gente. Manacor da mucho juego últimamente en este sentido. Por si quedara alguna duda de todo ello, basta repasar la evolución de compromisos ideológicos y la trayectoria profesional y humana del nuevo conseller de Salud.

Antoni Mesquida accede a un cargo al que era eterno aspirante. Por lo menos lleva lustros con este bulo en la solapa de su proyección pública. Pero también, cosas de la política y de los tiempos actuales, el nuevo conseller de Salud se estrena en el momento menos apetecible para su función, desde que Balears tiene en manos autonómicas la gestión de sus recursos y necesidades sanitarias. A Mesquida, que recibe el encargo presidencial de "dialogar con el sector," quizás en alusión directa a una predecesora que ha dimitido por motivos "estrictamente personales", no le faltarán retos ni frentes de lucha. Lo primero, sacar recursos de la nada, admitir listas de espera como primer paso para contrarrestarlas y dar solidez y estabilidad a un apaño legal de última hora que ha evitado una huelga de médicos que se avecinaba con presumibles efectos de intoxicación social. La biografía de Mesquida le acredita como autor probado de abundantes malabarismos en distintas direcciones. Deberemos concederle pues el crédito de su capacidad para lograr algunos de los que ahora hereda para ejecutar. Siempre que vengan vestidos de contenido, claro.

El nuevo conseller de Salud no podrá alegar, bajo ningún pretexto, falta de experiencia ni conocimientos o prácticas unidireccionales. Antoni Mesquida es un médico de familia próximo, atento, con probado ojo clínico y plaza en Manacor. No extraña pues que los partidos políticos se fijaran pronto en él o que él, animado por sus resortes profesionales, se adentrara en la política. Se estrenó como edil del PSOE y con el intermedio de la cooperación internacional al frente de la ONG Llevant en Marxa, desembocó como regidor de Sanidad del PP. Otra contradicción de la política: mientras regulaba con éxito pozos en la selva peruana, no lograba que el agua de Manacor obtuviera la potabilidad exigida. El siempre oportunista y hábil Antoni Pastor lo había incorporada como número dos y gancho, con no pocos revuelos internos, de su lista del PP. Siempre se ha atribuido a esta maniobra un ensayo de trampolín para acceder a la conselleria de Salud, que a Mesquida no le llega hasta ahora, cuando Pastor colecciona expedientes en el PP y porque entonces, el Govern fue para un Antich del que Mesquida había renegado. Se quedó, con buen temple, habilidad, eficacia y poco ruido, con la dirección del hospital de Manacor. Insistimos, cosas de la política.

El segundo conseller de Sanidad de Bauzá, que aporta exclusividad masculina al gabinete, deberá ser un nadador a contracorriente en todas direcciones, incluidas las domésticas porque, entre otras cosas, ha prometido una transparencia y una atención sanitaria indiscriminada que no entusiasma a su partido actual. También porque la oposición le recibe con recelos por sus vínculos recientes con la sanidad privada. El conseller de Salud ha entrado en cuarentena. Cosas de política.