El pasado domingo 27, bajo el título "Bauzá no defiende los derechos lingüísticos", Joan Riera tergiversaba algo tan importante como los derechos y las libertades ciudadanas. Y, de paso, vertía desafortunadas insinuaciones, insidiosas, hacia mi persona.

No nos conocemos el señor Riera y yo, pero para él mi paso por la administración pública ha sido una "bicoca". Como no argumenta esta afirmación, desconozco a qué se refiere. Según la Real Academia Española "bicoca" es "cosa de poca estima y aprecio". Otra acepción se refiere a "ganga". Pues, será bicoca para otros, porque para mi no lo ha sido. A lo mejor no se ha enterado de que he abandonado mi cargo de director general del Govern balear por considerar que el servicio público es algo muy serio que más vale dejar si se discrepa con los que te han nombrado. Y si el señor Riera se refiere a lo económico-laboral, la verdad, me sabe mal decírselo, pero no debe saber que provengo de la empresa privada.

También puede suceder que no conozca que la labor al frente de la Fundación Círculo Balear es altruista y que nada tiene que ver con lo público. Claro, que si es seguidor de organizaciones pancatalanistas que existen gracias a la subvención pública es probable que desconozca este concepto. Lo aclararé: se trata de trabajar gratis, o, incluso, aportar tus ahorrillos para defender, en mi caso, los derechos y libertades ciudadanas. Y, fíjese, todo ello desde Círculo Balear, entidad constitucionalista independiente que no ha recibido, ni recibe, un solo euro de ayuda pública.

Aunque del artículo de Joan Riera se desprende su verdadera preocupación: Que el cine y la televisión emitan mayoritariamente en la lengua común de España, tener que hablar en español en algunos supermercados y comercios, o tener que escuchar a gente por las calles de Palma que hable en castellano! ¡Intolerable!

Urge contestar a estos gurús del pancatalanismo minoritario que tan alegremente tergiversan o justifican la vulneración de derechos lingüísticos individuales y libertades ciudadanas, como actualmente sucede en las escuelas, ámbito público, sostenido económicamente por todos, donde sólo existe imposición del catalán. Otro error del señor Riera: no distinguir entre lo público y lo privado:

En el ámbito privado no existen lenguas oficiales. El "bilingüismo" o "multilingüismo" en este ámbito consiste en que un particular ha de ser libre para usar la lengua que le dé la gana. Pero sin obligar a ningún otro a hacerlo. Si no te gusta la lengua en que te atiende un particular, pues tienes el derecho a no tratar con él, y si es en un negocio a irte a otro. Si hay cine, u otros bienes culturales o de ocio en catalán, y no se impide legalmente a nadie crear esos bienes en esa lengua, es absurdo decir que se vulneran sus derechos. El que crea que hay demanda de ellos pues ya sabe, en época de crisis ahí tiene una manera de ganarse honradamente un dinerito. Es un disparate estalinista obligar, por ejemplo, a un empresario exhibidor de cine, a exhibir películas en una determinada lengua, sea oficial o no. Sólo un fanático podría decir que en Irlanda no hay igualdad de derechos porque apenas hay películas y otros bienes culturales y de ocio en irlandés si se compara con el inglés. ¿Le prohíben a alguien crear bienes en irlandés? ¿No, verdad?

Las lenguas no sufren, no sienten, no tienen ningún derecho, no encarnan valores. Por supuesto las lenguas no tienen territorios, ni éstos lenguas. Son las personas los titulares de derechos. Esto es lo que se aplica en todas las democracias. Por eso no existe ninguna donde se apliquen los delirios de los pancatalanistas. En democracia las personas no estamos al servicio de la conservación de ninguna lengua. Se trata de entendernos lo mejor posible, y para eso están las lenguas, instrumentos de comunicación.

A ver si va a resultar que la verdadera libertad es que los ciudadanos no puedan elegir en qué lengua reciben los servicios públicos y la educación. Libertad implica poder elegir. Sí, señor Riera, tener la libertad de elegir en aquellos servicios públicos que pagamos todos los ciudadanos, tanto si hablamos mallorquín como castellano.

Coincidimos en el título de su artículo, no en el contenido. Ya que, si "Bauzá no defiende los derechos lingüísticos", como hasta ahora, el presidente no tendrá que preocuparse de la violencia preventiva que ejercen los catalanistas radicales, sino de la factura electoral que le presentarán los defensores de la libre elección de lengua: la mayoría de los ciudadanos.