La expresión es de Groucho Marx en la deliciosa película ´Los hermanos Marx en el oeste´ y puede aplicarse con facilidad a la crisis económica que sufrimos. Hoy parece que los amos del tren ordenan a los fogoneros del convoy que echen con ahínco y fervor toda la madera posible en las calderas, a fin de que las personas que viajamos en los distintos vagones vayamos dando tumbos, asustados, inmersos en una gran ceremonia de la confusión. No pasa día en el que la mala noticia de hoy no supere a la de ayer, mientras esperamos la peor de mañana. Hoy me propongo un ejercicio inverso: ubicar hechos, actitudes, propuestas€ de personas y/o colectivos que no aceptan pasivamente el respirar los malos humos de la madera mojada y quemada. Voy a referirme a las movilizaciones de una parte significativa de nuestra ciudadanía.

Nuestra sociedad civil, ciudadanos y ciudadanas, muestra síntomas de intentar renacer de sus cenizas. A muchos nos inquietaba (y nos sigue inquietando) el poco dinamismo ciudadano de nuestra sociedad. Los índices de asociacionismo participativo (empresarial, deportivo, sindical, vecinal, cultural€) eran (continúan siendo) muy endebles. En los años de bonanza cada cual actuaba como hijo de su padre y su madre, cada uno a su bola se buscaba su vida. Pero el tsunami que se nos vino encima desmontó nuestros fantásticos tinglados. Miedo y desconcierto, cada cual enjaulado en su concha esperando que escampara. Pero pasa el tiempo y los malos humos nos ahogan. Empleo, servicios sanitarios y educativos, subida de impuestos€, a la vez que los listillos ( banqueros y otras variables) escurren el bulto y se marchan de rositas. Mientras el fogonero/ jefe, a las órdenes de unos invisibles capos, sigue echando más madera a las calderas, recordándonos que tales medidas son inevitables para que el tren no descarrile.

Pero mira por donde una ´minoría´ (calificativo despectivo de los gobernantes, que dicen representar a su ´mayoría silenciosa´) comienza a despertar. Los ciudadanos y ciudadanas comienzan a dejar oír sus voces, sus cacerolas, sus claxons, su presencia en las vías públicas. Reclaman no sólo "que hay de lo mío", sino también "que hay de lo nuestro". Exigen, entre otras reivindicaciones, una sanidad y educación pública de calidad, que nuestros derechos no se conviertan en privilegios. Padres y madres, jubilados, autónomos€, que reclaman simplemente el derecho a ser ciudadano y no simples súbditos. Los jóvenes, a los que tendemos a calificar de "pasotas", comienzan a tomar conciencia de que no les ofrecemos ningún futuro ni personal, ni profesional, y reclaman ser sujetos activos del devenir de lo que hemos convenido en denominar democracia.

Algunos califican a los ´protestantes´ como simples sujetos pasivos que se dejan manejar por el rojerío, otros (suelen coincidir con los primeros) sólo destacan los sucesos violentos, nunca justificables, metiendo a todos en un mismo saco y así descalificar cualquier acción cívica de movilización y protesta. La mayoría gobernante no ha comprendido que, más allá de su legítima mayoría absoluta, no puede limitarse a descalificar a los que ellos consideran minorías. Especialmente en situaciones de crisis es imprescindible buscar el consenso político y social, porque hay que gobernar no sólo para los que les han votado sino para el conjunto de la ciudadanía. Mientras las instituciones democráticas como nuestro Parlament se convierten en simples gallineros donde se pretende descubrir el sexo de los ángeles, a la vez que los ciudadanos sufrimos las consecuencias del "más madera es la guerra" del maquinista y de sus fogoneros.

No tengo una varita mágica para adivinar cómo van a deshacerse, si se deshacen, tales entuertos. Unos pensamos, sin pecar de optimista ingenuo, que no es negativo el hecho de que una parte significativa de la ciudadanía esté movilizada por los recortes y tijeretazos; antes al contrario puede significar el revivir de la sociedad civil como un activo básico de una convivencia democrática participativa y real.Otros calificarán tales reflexiones como aberrantes al "santificar" el desorden público y la desobediencia a la autoridad constituida. Cada cual es libre en sus opiniones.