Según un reciente informe de Doing Business, España ocupa el quinto lugar en el ranking de países con más presión fiscal. Se pagan más impuestos aquí que en Estados Unidos, Reino Unido, Dinamarca u Holanda, por ejemplo. Un aviso a inversores foráneos. Un empresario en este país, que paga el impuesto de sociedades, las cotizaciones sociales y demás cargas relacionadas con su actividad aporta al fisco el 56% de sus resultados. Un ciudadano con renta media €ni alta ni baja€, debe de afanarse durante 124 días al año para cumplir con sus obligaciones fiscales, es decir que trabaja para la Administración tres meses y cuatro días, o sea desde el 1 de enero hasta el 4 de mayo, sin descanso, para a continuación entregar su salario al aparato recaudador de las administraciones públicas, de forma puntual, sin dilación ni excusa, para sostener el aparato del Estado. A mediados del siglo pasado, o sea ayer, el gasto público suponía el 10% de producto interior bruto, hoy el 45%. Ante estos datos se puede convenir que el Estado es un patrono gastador, injusto, poco recomendable.

En 1984 Milan Kundera publicó la novela La insoportable levedad del ser, novela memorable y en su momento de extraordinario éxito. Este libro, para algunos es una obra filosófica aunque el autor siempre le negó esta consideración. Fue llevada al cine en el año 1985 de la mano de Philp Kaufman con notable aceptación de la crítica. La obra filosofa sobre la esencia del hombre y teoriza sobre la inutilidad de su existencia. Si buscáramos sinónimos al término levedad encontraríamos, ingravidez, ligereza y si rebuscáramos en los antónimos llegaríamos a pesadez, gravedad, carga. Si analizamos la utilidad y lo que supone la presión fiscal del Estado, ejercida por cualquiera de sus administraciones, encajaría mejor en el antónimo de levedad, llegaríamos fácilmente a la conclusión de que representa una carga insoportable.

Comentando este tema en la tertulia semanal, Fernando, amigo y asiduo, decía que ya no soporta más la imposición fiscal, IRPF, IVA, IBI etc., que está hasta el gorro de impuestos directos, indirectos, tasas, multas. Dijo que en una noche de pesadilla y de insomnio había llegado a una conclusión y explicó que ganando 100 euros y pagando lo que le exigen a las diferentes administraciones, estatal, autonómica y municipal, le quedaban 20 euros para sobrevivir y cuando lo analizaba se daba cuenta de que le habían expropiado el 80% del resultado de trabajo. Concluyó el relato de su noche de insomnio recomendando la emigración a países de otras latitudes donde la fiscalidad es más leve, soportable y la vida más fácil.

El problema de España es el gasto público. Cuando se dice que España tiene un problema, que hay que resolverlo, se está diciendo una verdad a medias. El problema del país no radica en los contribuyentes sino en el sector público, lo que ocurre es que el ciudadano debe de subvenir la hipertrofia de la administración, los asesores, el despilfarro, las inversiones descabelladas, los gastos de representación, automóviles€.En este país cualquiera que ocupe un cargo público, incluso de nivel medio, va por ahí en coche oficial. En Suecia, ya en los años sesenta, los ministros y el propio rey tomaban el autobús para moverse por Estocolmo. Aquí donde no cesan los escándalos acaba de darse la noticia de que el señor Dívar, presidente del Tribunal Supremo ha sido denunciado, por otro magistrado del mismo tribunal por irse de fin de semana a Marbella a cuenta del contribuyente. Así no vamos a ningún lado, se está abusando de la paciencia del vecindario, este reino no es serio y no es raro que los mercados desconfíen.

Esta situación tan injusta en que unos pagan y otros gastan merece una reparación. Otro contertulio sugería que igual que se ha instituido el día del padre, el día de la madre, el día de los enamorados, se debería instaurar el día del contribuyente al que las instancias del Estado rendirían homenaje, ofreciéndole de un día de no pago y por la noche se lanzarían fuegos artificiales en su honor.