Casi todo permanece condicionado a influencias o determinaciones exteriores, a la espera de órdenes o directrices de rango superior que, con las coordenadas actuales de la gestión y la responsabilidad pública, difícilmente se alejan de las ataduras económicas. Dentro de este panorama, no produce extrañeza alguna que el encuentro de ayer entre el president Bauzá y los representantes de las fuerzas sindicales con implantación en Educación, apenas sobrepasara el ámbito protocolario de rango institucional. La escena de despacho, por reiterada, es conocida. El jefe del Ejecutivo autonómico escucha, en algunos momentos asiente, sonríe y procura administrar con esmero y compromiso maleable su receptividad. Los interlocutores, correctos, exponen su listado de preocupaciones, lamentos y reivindicaciones. Poco más.

Los profesiones del sector y a quienes se lo permite su adscripción y compromiso político dan por seguro que el nuevo paquete de recortes del Gobierno Rajoy –10.000 millones– afectará hasta límites imposibles a la enseñanza pública de Balears. Tal amenaza planeó ayer tarde sobre el Consolat de Mar, pero el president no estuvo en disposición de confirmarla amparado en la lejana esperanza de que el último tijeretazo de Madrid pueda ser incorporado al paquete de recortes que ya esbozaba el Govern. Todo queda a expensas de la reunión sectorial de Educación que el Ministerio ha convocado para el lunes en Madrid. Allí, al parecer, se conocerá el verdadero alcance de las últimas medidas adoptadas y no desveladas por el Gobierno.

Bauzá no habló después de encontrarse con los sindicatos y éstos, al salir, aprovecharon para actualizar sus posiciones ya conocidas. Sabemos por lo menos que no reniegan por completo de un incremento de horas lectivas siempre que el aumento de jornada se plantee desde la lucha contra el fracaso escolar y no tanto para duplicar funciones o elevar el número de alumnos por aula. Cuando las cosas vienen mal dadas también es importante mantener las formas y si es posible, la ironía y la picaresca, aunque tenga claros tintes reivindicativos. Hubo una buena dosis de todo ello en la reunión de ayer. Vistos los antecedentes, no extraña que los sindicatos se quejaran por el tratamiento de la lengua catalana y por la reacción gubernamental frente a la progresiva campaña de lazos con la senyera cuatribarrada. Los agentes sociales obsequiaron al president un lazo para colocarse en el ojal y una colección escrita y grabada de las Rondalles de Alcover. Cuando no se habla ni se sellan compromisos importan más que nunca los gestos.

Se ha cumplido un trámite, se ha liquidado la formalidad pero, a partir de la semana que viene, habrá que ponerse manos a la obra. Será entonces cuando se conocerá la verdadera dimensión de la redistribución, a la baja por supuesto, de los fondos para Educación. Habrá que instalarse y aprender a trabajar sobre la cuerda floja y el equilibrio, prácticamente imposible, de lograr que la enseñanza reglada pierda la menor calidad y medios posibles con presupuesto raquítico. Es una meta siempre compleja, sobre todo en tiempos de crisis pero también hay que repetir, todas las veces que sea necesario, que el estancamiento económico puede tener una de sus salidas más holgadas en el conocimiento y la formación de calidad.