Abundan (especialmente, en el Sur de Europa) los que aplauden los movimientos de Mario Monti o Mariano Rajoy a la hora de "plantar cara" a las directrices restrictivas emanadas de Berlín y Frankfurt (sedes de la cancillería alemana y del Banco Central Europeo). Sea la carta de varios jefes de gobierno, pidiendo estímulos que acompañen a la austeridad o, como en el caso español, incumpliendo los criterios de déficit marcados para 2012.

Pero dichas acciones no apuntan a la verdad, sobre lo que pueden o no hacer unas economías bajo sospecha de "los mercados". El problema de España es el de ser un país endeudado y poco competitivo… dentro de un área económica con moneda fuerte. Y solo tiene dos salidas: o restaura la competitividad (vía deflación salarial, como defiende Paul Krugman, tan alabado por los keynesianos… aunque no digan nada cuando afirma que debemos empobrecernos un 20% para ser competitivos) o regresa a la peseta, lo que impulsaría las exportaciones, como vía rápida para ganar competitividad (nota a populistas que defiendan esta opción por coj…: pregunten cómo pagarán las deudas a los acreedores, en euros o en pesetas devaluadas, sean empresas o hipotecados).

Mientras sigamos en Europa, se aplicará la devaluación interna (más lenta que la monetaria, pero quizá provechosa, si se sientan las bases de un nuevo modelo productivo). Y se hará a pesar de Rajoy ya que, como contestó recientemente a Cayo Lara, si tuviera capacidad de decisión (y liquidez, en lugar de deudas) "elevaría el gasto un 20%, como cualquier gobierno". Y ayudaría a la compra de coches, y haría AVES con 9 pasajeros diarios, y aeropuertos vacíos y, sobre todo, empujaría a las inmobiliarias… a ver si se revalorizan los inmuebles de su propiedad con otra burbuja, ¿no?