El Consell de Mallorca ha decidido recurrir "por obligación ineludible" la sentencia que anula la protección del edificio de GESA. La institución opta por la vía más lógica, pero sólo después de que la presidenta, Maria Salom, y el equipo del PP fueran incapaces de encontrar, aunque lo intentaron con fuerza, un solo informe técnico o jurídico que les aconsejase no apelar el pronunciamiento judicial. De hecho el único informe del que disponen insta a apelar el fallo y está elaborado por sus técnicos de Patrimonio, que fueron precisamente quienes respaldaron con sus documentos que el inmueble fuera protegido y se le declarase Bien Catalogado por parte del Consell, según se publicó en el Boletín Oficial del 29 de mayo de 2007.

El pasado 7 de marzo, el decano del Col.legi Oficial d´Arquitectes de les Illes Balears, Joan Morey Pizà, resaltaba en este periódico que la sentencia del magistrado Francisco Úbeda Tarajano, titular del juzgado de lo contencioso administrativo número 1 de Palma, por la que se desprotege el edificio de GESA, supone el primer caso en el que se contradice la opinión de los técnicos de Patrimonio, y es "insólita porque sólo atiende a un peritaje de una de las partes y desautoriza la voz de los informes de los expertos imparciales, y, además, puede marcar un precedente muy peligroso para el futuro del Patrimonio de nuestra comunidad".

El planteamiento del Colegio de Arquitectos es sencillo y coherente. Para los integrantes de esta entidad, profesionales de la arquitectura, el edificio de GESA, obra del prestigioso arquitecto Josep Ferragut, "es un ejemplo de nuestro patrimonio arquitectónico contemporáneo" y por eso solicitaron al Consell Insular, en el año 2004, que se adoptasen las medidas oportunas para protegerlo. Como señala Joan Morey, la solicitud se argumentaba a partir de un estudio que avalaba su calidad arquitectónica. Tres años después, en 2007, los técnicos de Patrimonio del Consell atendieron esa propuesta y se concedió la declaración de Bien Catalogado.

La secuencia de los acontecimientos es importante porque, en el fuego cruzado que ha propiciado esta polémica, algunos relevantes políticos han pretendido circunscribir la protección de GESA a una maniobra de Maria Antònia Munar para castigar a la constructora Núñez i Navarro tras su enfrentamiento por el solar de Can Domenge, que ha acabado con toda la cúpula de UM en los tribunales. El Colegio de Arquitectos solicitó que el edificio construido por Ferragut fuera protegido en el año 2004 y las maniobras de Munar con Can Domenge se realizaron en 2006. Además, quienes insinúan, o directamente aseguran, que la protección fue producto de una venganza de Munar, convierten a los técnicos de Patrimonio en peleles al servicio de intereses venales, cuando su trayectoria indica que sus dictámenes se basan en criterios que pueden ser discutibles pero siempre profesionales.

Los técnicos del Consell coincidieron en sus conclusiones sobre la calidad arquitectónica de GESA con las tesis del Colegio de Arquitectos, con las del departamento de Historia del Arte de la UIB, y con la opinión de la Fundación Mies van der Rohe, que vela por la protección y difusión de la arquitectura europea del llamado Movimiento Moderno, sin olvidar a profesionales de referencia mundial, como Josep Lluís Sert, decano de la Facultad de Arquitectura de Harvard, quien elogia no sólo su diseño impecable y honesto sino su correcta posición con respecto al mar y la ciudad.

Sin embargo, sorprendentemente, el magistrado Úbeda anula la protección del edificio basándose, como dicen los arquitectos, en el peritaje de una de las partes implicadas en la polémica judicial e ignorando los informes de expertos imparciales y, sobre todo, de los técnicos de Patrimonio. Que el informe del estudio de los arquitectos Griñó, encargado por Núñez i Navarro, minusvalore el interés arquitectónico de GESA y desprecie las opiniones de quienes lo defienden, es lógico y previsible. La constructora no va a pagar a los Griñó para que redacten un análisis que vaya contra sus intereses. Lo llamativo, por aplicar un eufemismo, es que el juez cimente su sentencia en esta versión de parte. Y eso sin entrar en detalles de las conclusiones de los Griñó que sonrojarían a cualquiera que conozca mínimamente Palma.

El recurso del Consell añade una nueva etapa en la prolongada carrera judicial que protagonizan el inmueble de GESA y la fachada marítima. No se debe olvidar que lo que está en juego no es sólo la conservación y el aprovechamiento público de un edificio que los expertos en arquitectura y patrimonio de Mallorca no dudan en defender, sino la consolidación de una fachada marítima que gane para la ciudad un espacio verde abierto al mar e impida la construcción de otro muro de edificios que oculte definitivamente tanto la visión de la recuperada muralla como la perspectiva de la ciudad histórica, con la catedral incluida. Sería una paradoja sangrante que se derribase GESA porque "afecta seriamente la perspectiva de la muralla y el núcleo amurallado", según los Griñó, para permitir que se levante una urbanización que multiplicaría el impacto visual.

Más allá de las discusiones de barra de bar sobre el edificio de GESA, con argumentos en su contra similares a los que servirían para cerrar todos los museos de arte contemporáneo, la realidad del momento económico en que nos encontramos exige que el Ayuntamiento de Palma reflexione sobre un plan de usos, sean públicos o privados que revalorice un Bien Catalogado de la ciudad y dignifique, por fin, su entorno.