Se supone, lo cual puede ser mucho suponer, que nuestro Parlament es el ´lugar´ donde se debaten las propuestas de leyes y mociones que tienen alguna relación con las distintas realidades políticas, económicas, sociales, culturales... que afectan a los ciudadanos/as de nuestra Comunidad, y donde se ejerce el necesario control al Govern. No sé si han tenido ocasión de asistir a alguna de tales sesiones parlamentarias. Yo sí, y la conclusión que saco en la mayoría de casos es que lo que se debate y cómo se debate poco tiene que ver con los intereses ciudadanos. Especialmente en las sesiones plenarias de la recién estrenada legislatura domina la crispación, la agresión dialéctica con insultos incluidos y el "tú más". Con distinta intensidad, no se salva ni el apuntador.

En cualquier caso, el Govern, contando como cuenta con una amplia mayoría absoluta, lo que debe hacer es gobernar. Bauzá está obsesionado en dar confianza, a través de la seguridad jurídica, a los posibles inversores privados. Bien está, siempre que no se confunda la imprescindible seguridad jurídica con aceptar sin más cualquier iniciativa privada de inversión. Quedamos a la espera con fruición del borrador de ley de Turismo que el conseller ha anunciado para los próximos días.

Pero también es básico dar confianza a los ciudadanos. Nadie pretende quitar eventuales responsabilidades al gobierno que presidió Antich, pero ha llegado el momento en que el president Bauzá, cuando menos, nos concrete cuáles son sus líneas básicas, sus prioridades, dónde y cómo va a aplicar sus recortes. De momento, reconocido por la misma consellera, recortes en la sanidad pública haberlos haylos: el tiempo medio de espera para operarse pasa de 51 a 69 días. La lista de espera para el especialista se dispara a 54.240 personas. Y suma y sigue.

Visto lo visto, ¿a alguien le extraña que miles de personas, de todas las edades y condición, decidieran sumarse a la manifestación del 15-O? Con lo difícil que resulta movilizarnos a los mallorquines, se superó en número a los participantes en el maratón de Tui. En cualquier caso se me antoja como surrealista el comentario de aquellos que opinan que los ciudadanos y ciudadanas que participan en tales manifestaciones son manipuladas por no sé qué partidos, y en definitiva se trata de "extremistas radicales antisistema" (Aznar). Lo que ocurre es que somos muchos los que comenzamos a intuir (y muchos otros ya están sufriendo) que el uso y disfrute de nuestros derechos se está convirtiendo en simples ´privilegios´, imposibilitando la real igualdad de oportunidades.

Comienzan a proliferar diversas plataformas ciudadanas entorno a problemas e intereses comunes, y así defender mejor sus intereses. Valga como ejemplo los colectivos de los discapacitados. A algunos les puede sonar a ´anormalidad democrática´ la existencia de tales plataformas ciudadanas. Otros pensamos exactamente lo contrario. La vida democrática no se agota, o no debería agotarse, en votar cada cuatro años, sin negar por ello su trascendencia. La sociedad civil, los ciudadanos, no pueden renunciar a su protagonismo individual y colectivo. Y no sólo en momentos de crisis. La normalidad democrática es o debería ser la participación activa de los ciudadanos, que no se resignan a ser súbditos, en los distintos ámbitos de las decisiones y gestión que nos afectan. Desde las Ampas (asociaciones de padres y madres en el ámbito educativo), pasando por las organizaciones empresariales como pueden ser las pymes, a las Asociaciones de Vecinos, y un largo etcétera.

Para concluir no voy a referirme a las declaraciones y propuestas de algunas de las múltiples plataformas lideradas por el activista Alexandre Forcades, que no sé si se ha convertido en asesor áulico del president Bauzá. Pero, desde mi modestia, me atrevería a aconsejarle que desde el Cercle d´Economia, que también preside, se analice y evalúe el último documento hecho público por sus homólogos de Catalunya que, significativamente, se titula "A tiempo de salir del túnel. La hora de la política".