El PP, en el gobierno , y el PSOE, en la oposición, han emprendido una particular batalla sobre el estado de la atención sanitaria en Balears y, más en particular, sobre los tiempos de demora que debe soportar el paciente pendiente de una operación quirúrgica o de una consulta médica externa.

Vicenç Thomàs, exconseller socialista de Salud, acusa a su sucesora de haber elevado, en cuatro meses, hasta en un 12% los tiempos de espera para una intervención en el quirófano y de duplicar las listas de consultas externas, pasando de 35 a 45 días los tiempos medios de espera. La consellera actual, Carmen Castro reconoce en buena parte el cambio, asegura que no le gustan las listas de espera pero las justifica en base a la "insuficiencia presupuestaria" y a la obligación del "ajuste financiero". Además, la actual responsable de sanidad del PP, desvela que se ha encontrado "listas de espera ocultas". Es un debate que podrá servir para la satisfacción o el disgusto político entre el PP y el PSOE pero que, planteado en estos términos, apenas tiene trascendencia, por no decir ninguna, para un ciudadano que, muy a su pesar, ya ha sido obligado a comprobar, a pie de ambulatorio y de hospital, que las demoras para que le vea el médico o el cirujano le lleve a quirófano, se han dilatado. Muchos pacientes se han topado ya con la consulta cerrada a determinadas horas o han oído con asombro como se les decía que todo se atrasa bastante más porque algunas salas de operaciones se cierran por la tarde o, por ejemplo, se paraliza la ampliación del hospital de Manacor. Es difícil de entender en una Comunidad que ha inaugurado, hace menos de un año, un complejo hospitalario como Son Espases, que pasa por ser uno de los más modernos de Europa y que, en el conjunto de la atención sanitaria en todo el archipiélago, dispone de unos cuadros profesionales de alta cualificación y valoración.

Lo que llama la atención y lleva a la preocupación es que ahora empiecen a invertirse los términos y que en estos momentos haya ya cerca 55.000 personas esperando ser vistas por un especialista y casi 14.000 en la cola de los quirófanos de la sanidad pública de Balears. El paso del tiempo es aliado nocivo para acompañar la espera de un médico que, por otro lado, con los recortes que se empiezan a aplicar, estará cada día más agobiado y más apretado por el reloj a la hora de atender al paciente.

Poco sentido tendrá sanar las cuentas públicas de esta Comunidad si se hace al coste de mermar y hasta dañar la salud de sus habitantes. Lo decimos porque en muchos casos, ante determinados enfermedades, la premura en el diagnóstico o la rapidez en la intervención quirúrgica es fundamental. Vital para lograr el éxito o cuando menos la dignidad y la calidad de la atención perseguidas por igual por el paciente y el médico.

Los recortes para reportar vitaminas a las arcas de la Comunidad no pueden ni deben justificarlo todo. Existen prioridades en función de la realidad y de la necesidad. Incluso hay prioridades que lo son más que otras. La sanidad, sin duda alguna, es una de ella. No estamos, como se intenta aparentar desde algunos foros, ante un mero estadillo de personal o una operación estadística. Hablamos de una salud que, por su propia naturaleza y por ser el bien más imprescindible y preciado de las personas, no puede restar a expensas de frías y abultadas listas de espera. Estas son las causas por las cuales ni el president Bauzá ni la consellera Castro deben estancarse en el esto es lo que hay y ésto es cuanto podemos hacer. Su obligación, asumida de forma voluntaria, es la de ofrecer un servicio sanitario acorde con las necesidades de sus administrados. No todos los recortes pueden ser iguales. Es cuestión de pura lógica.