Había una vez cuatro compañeros de universidad, jóvenes e inteligentes y, sobre todo, con muchas ganas de triunfar. Corrían los años noventa y en el Nagual, la Moncloa y demás baretos de Gomila se fumaba y bebía sin controles de policía. Mecano endulzaba resacas de juventud y ligues de facultad. Los años fueron pasando, las carreras finalizaron con éxito, y cada uno optó por caminos de trazado muy dispar: Ana se convirtió en empresaria de éxito, Luis escaló posiciones dentro de su partido político y ocupó una alcaldía importante, Juan aprobó las oposiciones a Juez y José se despistó.

Han pasado los años y aquella amistad se convirtió en un recuerdo, pero, ahora en octubre de 2011, el destino los ha vuelto a unir en los juzgados de Vía Alemania. Acompáñenme en sus trayectorias:

Juan: Tras años de ingente esfuerzo, aprobó las oposiciones. Lleva años como magistrado robando horas a sus hijos para sacar el juzgado adelante. Le encanta su trabajo, pero está harto de que la gente se queje de la justicia ¿Acaso no saben que no tienen medios y que trabajan mucho más que lo que deberían? Sí, es vocacional y es una autoridad, pero sabe que si se hubiera dedicado a la empresa privada, con su expediente y su don de gentes, habría triunfado como abogado, pero optó por la seguridad. Hoy la sociedad lo demoniza, es funcionario y, como tal, hay que bajarerle el sueldo como a todo el mundo, faltaría más. Pero, ¿los empresarios repartieron con él sus ganancias en época de bonanza…? Entonces, ¿por qué tiene que compartir con ellos las pérdidas? ¿Acaso ignoraban el riesgo que conlleva toda empresa? Juan, como lo sabía, optó por no asumirlo, sin embargo le salpica.

Ana: Tras años de ingente esfuerzo, sacó su empresa adelante. Posee varias propiedades y ha viajado por todo el mundo. Sus camisas de Carolina Herrera y su colección de relojes le dan la seguridad que necesita ante la sociedad. Su marido es también un empresario y tienen varios hijos, pero ahora tienen mucho tiempo libre, la crisis ha azotado de pleno su sector y está harta de una Administración que no le paga lo que le debe, la demoniza por ser empresaria y la fríe a impuestos. Sí, a ella, a la generadora de riqueza, en vez de agradecérselo, la tachan de insolidaria cuando se queja de que está harta de mantener a una Administración llena de funcionarios que no sirven para nada. ¡Menos mal que les han bajado el sueldo! Aunque olvida que gracias a que esa Administración se gastó un montón de dinero en infraestructuras, ella tuvo mucho trabajo y beneficios.

Luis: Tras años de horas infinitas dedicadas al partido, redactar informes infumables y fines de semana de arros brut, fue premiado con un número uno en las listas municipales de un importante ayuntamiento de Mallorca. Ganó las elecciones y durante ocho años fue su alcalde. Fue y es una persona honrada. Era una época dorada, las solicitudes de licencias se agolpaban y el municipio tenía mucho dinero. Pudo construir dos nuevos colegios de primaria, el deseado instituto y un deseado polideportivo. Bueno, lo de deseado es discutible, porque los niños de la localidad siempre habían estudiado secundaria en el pueblo de al lado y en cuanto al polideportivo nunca hubo un gran interés deportivo en una localidad rodeada de espacios verdes y mar para practicarlo, pese a ello, consiguió el dinero y las subvenciones necesarias y lo hizo.

Además, con Luis el Ayuntamiento pasó de tener una decena de funcionarios a más de ochenta en la actualidad. Su Ayuntamiento tiene una deuda de veinte millones de euros, muchos proveedores sin cobrar y obras sin concluir. Ahora ha tenido que dejar la alcaldía porque en el partido le han hablado de renovación, pero está contento porque le han dado otro cargo, ahora es diputado del Consell insular de Mallorca. Es un buen retiro, trabaja poco y con las arcas municipales vacías no es muy apetecible ser alcalde o concejal. Hoy un vecino de su localidad le ha dejado intranquilo cuando le ha dicho que deberían imputarlo por malversar fondos y dejar el Ayuntamiento a cero. Luis, de forma convincente y solemne, le ha contestado que nadie podía prever la crisis y que todo el pueblo sabe que es honrado, pero el vecino le ha reprochado que su función como alcalde era la de gestionar bien, y que, como buen gestor, debería haber ahorrado, no en aras a una futura crisis, sino por simple responsabilidad. ¡A qué padre de familia se le ocurre gastárselo todo! Y en cuanto a lo de honrado, ¡faltaría más! No hay que premiarle por ello, sino castigarle por su ineptitud como gestor. La empresa privada lo habría despedido, nunca premiado con un nuevo cargo.

José: Tras años de mala suerte, se encontró con Luis, su compañero de facultad. Luis le ofreció trabajar con él en el Ayuntamiento. Al principio todo fue bien, pero poco después José tuvo un mal momento y aceptó algo de dinero como comisión. Estos días ha salido esposado en todos los medios y hoy está en el juzgado de Vía Alemania, ante Juan, su ex compañero de universidad. Sí ha robado, pero nada al lado de lo que ha malgastado Luis, el alcalde. Y, sin embargo, éste jamás será juzgado ni siquiera puesto en duda su honor.

Cuatro amigos, cuatro caminos separados, no sólo por sus distintas carreras sino gracias a una sociedad que en plena crisis busca culpables, y hace que los funcionarios odien a los empresarios y éstos a aquellos y ambos a los políticos corruptos, y sin embargo, el político que llevó a la quiebra a su pueblo sigue ocupando cargos y nadie le castiga. ¡Así nos va!

* Abogado y escritor