Jaume Matas y su actual asesor y letrado defensor, Antonio Alberca, están dispuestos a agotar todos los recursos habidos y por haber y hasta si se tercia, a patentar alguno de nuevo, en la defensa del expresident y también exministro de Medio Ambiente de las imputaciones que se le atribuyen en el caso Palma Arena y sus derivados.

Por supuesto, es un comportamiento legítimo, en aras a una presunción permanente de inocencia que constituye toda una garantía procesal dentro de un ordenamiento jurídico consecuente con un Estado democrático occidental.

Pero, dicho esto, también conviene puntualizar que resulta aconsejable que cualquier defensa esté revestida de un mínimo de consistencia, argumentación sólida, no se aleje del núcleo principal de la causa y por contra, rehuya los fuegos de artificio. Lo decimos porque, a la vista de sus comportamientos, existe la impresión de que Jaume Matas está dispuesto a todo, sin prever ni calcular repercusiones, a agarrarse a un clavo ardiendo si se lo aconsejan, con tal de dar con una línea de defensa que le proporcione un tanto de oxígeno. Insiste en las recusaciones al juez Castro y reitera peticiones de archivo y recursos que ya han sido desestimados por la Audiencia, pide que la exvicepresidenta Estaràs y la exconsellera Puig corran la misma, o peor, suerte que él y ahora sorprende con una nueva petición, poco menos que insólita y un tanto desconcertante, porque no se adentra en el fondo de la cuestión que le afecta y se le imputa. Por eso, antes que cualquier otra cosa, tiene claros visos de maniobra orquesta para la distracción.

El letrado de Jaume Matas ha solicitado, en un recurso que suma 50 folios, entre otras cosas, que se investigue la identidad de quién o quiénes le denunciaron de forma anónima por la adquisición del llamado palacete de la calle San Felio de Palma y una presunta comisión de 50 millones, derivada de la construcción del velódromo Palma Arena que, según las investigaciones y la instrucción judicial, podría haber sido destinada a la adquisición del inmueble mencionado. Alberca señala en su escrito, en el que también vierte expresiones irónicas sobre la investigación patrimonial de Matas en Estados Unidos, que, de llegarse a esclarecer la procedencia de la denuncia del palacete, podría haber sorpresas.

Es posible. La autoría de tal denuncia, como es lógico, puede despertar el interés y la curiosidad del entorno judicial y hasta de la opinión pública, en función del peso político que ha tenido Jaume Matas Pero, de llegar a conocerse y eventuales sorpresas aparte, no serviría para despejar la verdadera incógnita o, lo que es lo mismo, la culpabilidad o inocencia de quien dice ser objeto de persecución mediática y judicial.

Matas ha vuelto a presentar el listado de sus ingresos en la última etapa de president. Eran conocidos. Pero seguimos sin conseguir cuadrar el enorme desfase entre los emolumentos por los cargos ocupados por el exministro de Medio Ambiente y su incremento patrimonial. ¿Porqué no lo detalla de forma desmenuzada si no existe apaño ni fraude en ello? No conseguimos recorrer el tramo entre el 1,1 millones pagados en 2004 por un inmueble y el alto coste de su posterior rehabilitación y que fue tasado en 2,5 millones por la Agencia Tributaria a precio de 2006.