Hay una convención, no escrita, de que en un periódico se debe escribir a la altura justa, en la que el lector respira; los periódicos viven en una precisa franja atmosférica. Por eso los escritores de columnas acumulan frases, giros, adjetivos, y si el argumento es complicado le dan cuatro o cinco vueltas a la misma idea, para saturar el aire, y que sea respirable a la velocidad de ingesta del lector. Le digo esto a un amigo que no se conforma nunca con la primera explicación. Pero ¿qué sección del periódico marca el tono, la dosis de oxígeno en la atmósfera?, pregunta. Ninguna y todas -contesto-, un periódico es una cápsula, una campana estanca, pero en ella mandan las noticias. Y ¿qué ocurre si equivocas la dosis? -insiste. Depende de que te salgas hacia arriba o hacia abajo: el lector se ahoga, o bien tose. Si al pasar por tu cuarto se queda sin aire puede llegar a las alucinaciones.