Antes de realizar una acusación en forma, conviene pensárselo dos veces, analizar los grados de responsabilidad y los hechos y después, desde la visión de conjunto, actuar en consecuencia. De lo contrario, se puede caer en la mera acusación impulsiva, de resultado incierto y que, caso de concebirse como mera estrategia de defensa personal, puede acabar volviéndose contra el interesado. El sálvese quien pueda y cómo pueda, suele dar malos resultados ante los estrados porque la justicia, lenta hasta la desesperación y escasa de medios y modernización, acostumbra, por contra, a andar documentada. Jaume Matas lo acaba de comprobar una vez más.

El expresident y también antiguo ministro de Medio Ambiente, para decirlo en términos escuetos y llanos, ha basado la estrategia de defensa de las causas penales que le afectan, en dos grandes argumentos de una cierta simplicidad. Uno, que los jueces la tienen tomada y se han encaprichado con su persona y otro, en el sentido de que a él sólo le correspondía adoptar y dictar criterios políticos mientras que la ejecución práctica era cosa de vicepresidencia para abajo. Esta actitud ha llevado a Jaume Matas y sus letrados a describir supuestos agravios comparativos, dentro del caso Palma Arena, en el sentido de que Rosa Estarás y Rosa Puig pueden tener idéntica implicación que el expresident en las actas ficticias del patronato director de proyectos de Illesport y en cambio no han sido objeto de requerimiento ni imputación judicial.

Matas ya esgrimió supuesta enemistad o animadversión cuando decidió recusar al juez Castro. Tales argumentos fueron desestimados del mismo modo que la Audiencia también desmontó los recursos frente a las medidas cautelares impuestas al expresident. Ahora, la petición de archivo del caso Palma Arena y los recursos relativos a algunas de sus piezas separadas, tampoco se solventan a favor del apelante. Los 140 folios del recurso firmado por Antonio Alberca, actual letrado de Matas, se contestan con un auto de otros 20 del instructor Castro en el que el juez deja claro que al anterior president le asiste todo el amparo legal y los cauces establecidos para estos casos, para aportar los medios de prueba que estime oportunos para acreditar las actuaciones que atribuye a la exvicepresidenta Estaràs y a la exconsellera Puig. La pelota ha sido devuelta al tejado de Matas. Pero no sólo eso, porque le deja en la difícil tesitura de decantarse por la posición de encubridor o por contra, de denunciante. También por la posibilidad de admitir que, con el recurso ahora desestimado, ha establecido presunciones infundadas. El magistrado recuerda en su auto, en este sentido, de que ni la fiscalía Anticorrupción, ni la Abogacía de la Comunidad, ni la acusación del PP, han formulado cargo contra las subordinadas de Matas. Además, Castro también se lamenta de que la defensa de Matas reincida una y otra vez sobre precedentes ya resueltos incluso por estamentos superiores a la instrucción del caso Palma Arena. Hay cierta desesperación en la línea de defensa de un Matas que también se ampara en la premura por acabar el velódromo. Es cuando se viene a decir que un president es poco menos que inmune porque sólo adopta criterios y medidas políticas. Tan blando argumento produce un cierto escalofrío al retar a las propias garantías procesales y al mismo interés público.