Hace unos días tuve que parar a almorzar –en buena hora, por cierto– en Medinaceli (para bachilleres de LOGSE: provincia de Soria). Por la hoy módica cantidad de diez euros me dieron chuletillas de lechal, huevos fritos con patatas y unas migas con torreznos y uvas tintas memorables. En la mesa contigua, tres haspirantes a hindignados consumieron sendos refrescos de una multinacional norteamericana por importe de seis euros con sesenta. A la hora de prorratear, observé que se hacía un silencio un tanto prolongado que rompió la moza de nariz y lengua perforadas para declarar, muy segurola ella, que tocaban a dos cincuenta por cabeza. Bien.

Antes de ayer leí que doña María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza Fitz-James Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay, nacida en 1926 en el Palacio de Liria, se propone renovar lencería para su próxima noche de bodas. Mejor.

Ayer me dijeron que Belén Esteban ha anunciado en Twitter que "su Fran" está ya con ella en Benidorm y que agradece "el apollo prestado". Óptimo.

Acabo de leer que la Junta de Andalucía no tiene empacho en anunciar la concesión de subvenciones "compatibles con la percepción de otras subvenciones, ayudas, ingresos o recursos para la misma finalidad, procedentes de cualesquiera administraciones o entes públicos o privados, nacionales, de la Unión Europea o de organismos internacionales" por importe de cinco millones de euros para "la promoción del cine andaluz". Inmejorable.

Ahora bien, lo que más me ha llamado la atención es que el candidato socialista se haya propuesto superar con creces las disparatadas ideas que deliberadamente le ofrecí desde esta columna hace unos días y, tras proponer un "impuesto a los ricos" que suena muy bien pero recauda poquísimo, ahora sale con la ocurrencia de "forzar" a las empresas a contratar universitarios "con incentivos del sector público". Confieso que este tipo de majadería específicamente destinada a necios irrecuperables me supera con mucho. Dicen que España tiene un problema con su clase política pero yo creo que en realidad lo tiene con su clase votante, porque no faltarán quienes ya se vean colocados en nuestras multinacionales sin saber hablar más que el español en segunda persona. En mi ministerio disfrutamos del apoyo rencoroso de un bedel que tiene tres títulos universitarios y que considera humillante su trabajo; tal vez se sienta seducido, como decenas de otros miles de ingenuos, por la ocurrencia insuperable de don Alfredo Pérez.

Algún lector ha comentado que al escribir estas obviedades de sentido común yo ande a la búsqueda de "algún cargo del PP"; quisiera asegurarle que yerra: sólo he aspirado en esta vida a no mandar ni obedecer y a dormir sin píldoras. Escribió Ortega que "ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas formas que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral" y por eso, precisamente, jamás he militado en un partido político; el carnet me hubiera durado menos de un mes y quienes hoy se limitan a ningunearme me hubieran profesado un odio insuperable, punica fide (para licenciados con LOGSE: traicioneramente).