Mientras aparecen artículos en los medios de comunicación que destacan el movimiento urbano que está surgiendo en todo el mundo, relacionado con el uso de la bicicleta en las grandes ciudades y que algunos, incluso, lo denominan la "revolución ciclista", en nuestra ciudad los políticos del PP están impulsando el fenómeno inverso y se dedican a desmantelar un carril bici estratégico y que funcionaba muy bien. Es desesperante tener que reivindicar una y otra vez lo obvio. El resto del mundo camina hacia humanizar las grandes ciudades o lo que es igual a mejorar su calidad de vida. El uso de la bicicleta es un indicador.

Nadie discute que los coches hacen de las ciudades lugares más agresivos, ruidosos y contaminados. Y ya nadie pone en duda que es urgente ocuparse del medioambiente y hay que reducir las emisiones de CO2 y los coches son una fuente importante de estas emisiones.

Frente a estas evidencias, que nadie discute, la mayoría de ciudades potencian alternativas de transporte y crean carriles bici o incluso van más allá. El alcalde de Londres tiene en proyecto crear doce superautopistas que permitirán acceder en bicicleta, desde la periferia al centro de Londres, de manera directa y segura. Las dos primeras iniciativas han supuesto, en un año, un incremento del 70% en el número de usuarios.

Si Londres puede, ¿por qué nosotros no? En Palma hemos tenido la posibilidad de empezar a disfrutar de la visión de unas Avenidas más descongestionada de coches, de ver como por fin los peatones y los ciclistas reconquistábamos pequeños espacios de esta ciudad. Hemos experimentado la breve sensación de sentir que formábamos parte del futuro, y de que estábamos contribuyendo a combatir el cambio climático.

El estudio de movilidad del Ajuntament de Palma, del año 2002, aportaba los siguientes datos: "En el Eixample viven 200.000 personas. En su interior se producen 60.000 desplazamientos en vehículos privados y 50.000 desplazamientos entre el Eixample y el Centro. Estas distancias pueden recorrerse en un máximo de 25 minutos a pie o 6 minutos en bicicleta. La preocupación por la seguridad i la falta de infraestructuras son los principales obstáculos a la generalización, del uso de la bici, en el ámbito urbano".

Sin duda el carril bici de Avenidas era una de estas infraestructuras que había generado confianza en mucha gente y de ahí su aceptación desde el primer momento. Estas infraestructuras son impulsadas generalmente por partidos de izquierdas pero actualmente se considera que no son un asunto político y partidos conservadores, en otras ciudades, también las hacen suyas.

Excepto en Palma. Aquí, el PP y Mateu Isern al frente con los poderosos argumentos de: "lo llevamos en el programa electoral" y "70.000 votos nos avalan", han sido suficientes para cargarse, previo desembolso de 200.000 euros, el carril bici de Avenidas y trazar una alternativa no apta para cardiacos. Y aprovechando estos dos mismos argumentos, los peatones también hemos perdido otra pequeña conquista: el eje cívico de Blanquerna.

Por cierto, La Carta Europea de los derechos del peatón aprobada por el Parlamento Europeo el 12 de octubre de 1988, en el artículo 2 dice: "El peatón tiene derecho a vivir en centros urbanos organizados a medida del hombre y no del automóvil, y a disponer de infraestructuras a las que se pueda acceder fácilmente a pie o en bicicleta".

En un mes el PP nos ha catapultado de nuevo hacia atrás. Hacia la ciudad de los coches y los malos humos. Pero no desistiremos y continuaremos reivindicando una ciudad donde las prioridades se inviertan y primero sean los peatones, los ciclistas y el transporte público. Una ciudad que se preocupe y se ocupe del medioambiente.