El Ayuntamiento de Palma ha aprobado la ordenanza reguladora del uso cívico de los espacios públicos que prohíbe a los menores beber en la vía pública. Todo ello me lleva a la reflexión sobre la juventud, los amigos y el consumo de alcohol. Son los ingredientes imprescindibles en cualquier botellón. Es evidente que nadie quiere el botellón al lado de su casa ni en su ciudad, pero lo que está claro es que es una realidad y además, las cifras cantan: un 40% de los jóvenes de entre 14 y 24 años ha ido alguna vez y para el 80% es la principal forma de ocio.

De todas formas, el tema debe analizarse no sólo como un problema de vecindad, de suciedad, orden público, descanso nocturno…, sino que debe situarse en la compleja situación de la problemática del alcohol y jóvenes: un tema sin duda complejo, lleno de vaivenes, preocupaciones, años de recorrido y pocas soluciones encima de la mesa. Y más aún cuando medidas habituales utilizadas en prevención del alcohol en los espacios formales como controlar los horarios, el precio, el acceso de menores, etc., son muy difíciles de aplicar en el contexto del botellón.

El botellón es la suma de amigos y alcohol en algún espacio al aire libre, un fenómeno que se generaliza en los últimos 15 años entre la juventud española, aunque con distinto impacto según ciudades o regiones. Son los propios jóvenes los que lo organizan las noches de los fines de semana con la intención de conocer gente, escuchar música y hablar con amigos y conocidos, bebiendo alcohol. Compran alcohol y otras bebidas y lo consumen en grupo: pasan el rato y se divierten consumiendo bebidas alcohólicas a bajo precio, a lo que hay que añadir la intención de eliminar controles existentes en los locales, no tener horarios (en el botellón pueden estar más tiempo), con acceso a cualquier edad (muchos locales nocturnos limitan la entrada a menores) y también, en algunos caos, el consumo drogas.

Alcohol, sociedad y jóvenes

Existe una percepción generalizada de normalidad sobre el consumo de alcohol en nuestra sociedad. Hay una opinión de que se su aceptación e incluso ensalzamiento del consumo de alcohol. Beber es interpretado por los adolescentes como un elemento distintivo de madurez, y por ende, de integración social. Para la juventud, "beber es legal" y el consumo moderado es considerado, incluso, un hábito saludable. Pero también, padres y adolescentes reconocen que beber alcohol, siendo menor de edad, puede ser una práctica poco saludable si se consume en exceso o sin control. El problema entre los adolescentes es lo difícil que es definir consumo excesivo y autocontrol (ellos y ellas definen este control "saber beber"). Además señalan un descenso paulatino en la edad de inicio.

Pero, hay que remarcar que uno de los principales elementos socializadores del consumo es la familia. A pesar de ello, entre los progenitores se recoge la preocupación por el consumo de alcohol de sus hijos/as, así como el desconocimiento de estrategias de abordaje de esta problemática con ellos. Ante ello, se pide la implicación de las autoridades y del sistema educativo y sanitario.

Estrategias ¿represivas o educativas?

Y ante ello ¿qué?: ¿a los hijos/as para enfrentarse a una realidad, educándoles en un consumo moderado y en la responsabilización?, ¿crítica abierta a la conducta social de connivencia con el consumo de alcohol, y rechazo enteramente que sus hijos beban alcohol, sin entrar en la contradicción del propio consumo?, ¿o considerar el de alcohol como un riesgo, y censurar abiertamente la posición social predominante de aceptación del consumo? Sobre las medidas reguladoras y sancionadoras, se prefieren aquellas que refuerzan la legislación existente y se proponen algunas de tipo "pedagógico" que recaen directamente en los menores.

El riesgo que el alcohol supone para sus hijos, nunca se encuentra aislado, sino dentro de los más generales riesgos (el propio consumo de alcohol pudiera conllevar mezclas con otras substancias adictivas, accidentes de tráfico o desórdenes en la conducta sexual) los padres y madres contemplan la adolescencia. Mayoritariamente, los padres y las madres se decantan por la opción pedagógica y no por la restrictiva. Cumpliéndose las normas sobre venta y consumo de alcohol de adolescentes, los padres y madres proponen que instituciones acondicionen espacios públicos para que los y las adolescentes puedan ocuparlos y puedan participar en el desarrollo de otro tipo de actividades alternativas (deportivas y medio-ambientales entre otras). La creación de nueva legislación sin más medidas de acompañamiento no goza de credibilidad.

Según padres y madres, administración debe dar más apoyo desde la prevención y desde la formación/educación de los más jóvenes. En este sentido, una aproximación es que la solución a este problema no es ya tanto sancionar o prohibir, sino educar a los y las jóvenes en hábitos saludables, en valores y en la libertad de elegir conociendo las consecuencias. Y además prohibir su publicidad permite celebrar los goles con cerveza o hacer comunidades 43 entre la música de los 40, tener en todas las series de televisión, entre sus escenarios, bares donde los protagonistas consumen bebidas alcohólicas, con publicidad indirecta de marcas de alcohol y menores de edad consumiendo alcohol, o que en los spots se siga asociando el consumo de alcohol al éxito social, sexual y al rendimiento físico, con valores para la juventud, como libertad, rebeldía, diversión, éxito y seducción. Así es normal que haya botellón.