Como presidenta de la Junta de Balears de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) quiero dar a conocer públicamente mi preocupación por la utilización peyorativa de la palabra cáncer en la sociedad española. La AECC, en un estudio interno realizado en el primer trimestre del año 2010, cifra en torno al 15% las ocasiones en que se da el mal uso de este término en declaraciones públicas recogidas después por los medios de comunicación. En concreto, el uso más notable se produce en informaciones y opiniones acerca de temas de importante interés social como la política, la justicia o el deporte. Por ello, la AECC considera necesaria una concienciación social que ayude a eliminar las referencias negativas al cáncer en el lenguaje cotidiano. En este sentido, resulta especialmente relevante el papel de los profesionales de los medios de comunicación así como de cualquier representante de organismos e instituciones en sus declaraciones públicas. Todo ello con el fin de auspiciar el necesario respeto al millón y medio de personas afectadas por la enfermedad en España y a sus familiares.

En un simple paseo por los titulares de los medios de comunicación encuentro manifestaciones como:

"Esta cultura de reclamar derechos a cambio de ningún deber es un cáncer para cualquier sociedad libre y democrática".

"Éramos el culo de Europa y lo seguimos siendo. El euro es un cáncer de recto y metástasis generalizada".

"El extendido cáncer que sufre la administración pública no se ataja con promesas de buen gobierno, con actitudes...".

"Lo que parecía un problema de los perezosos del Sur se ha concretado en un cáncer de toda Europa".

También en titulares:

"El cáncer de las hipotecas".

"El cáncer del terrorismo en Pakistán".

"Urbanismo: Un cáncer nos devora".

Incluso en el mundo del deporte: "El verdadero cáncer del fútbol es la prensa deportiva".

La culpa, por supuesto, no es de los periodistas, ni de los locutores. Si la palabra cáncer es utilizada como metáfora de lo oculto, lo podrido, lo nefando, del dolor y de la muerte, es porque la percepción de nuestra sociedad sobre las enfermedades tumorales coincide exactamente con estos registros. La clase médica no ayuda especialmente al cambio de esta percepción, pues en la clasificación de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, los códigos de los tumores especifican "Tumor maligno de... mama, pulmón, o de lo que sea".

El cáncer es una de las enfermedades con más prevalencia de nuestro país.

Utilizar esta palabra en contextos que no son los adecuados va en contra de una realidad esperanzadora avalada por los avances en la investigación oncológica y puede herir la sensibilidad de quien se halla en pleno proceso de la enfermedad.

El diagnóstico del cáncer no supone, ni mucho menos, la muerte del paciente.

Las últimas cifras de supervivencia muestran que con los tratamientos quirúrgicos, médicos y radioterápicos se curan en Europa casi el 80% de los tumores de mama, más del 75% de los tumores de útero, más del 60% de los de colon, el 65% de los de próstata, y el 90% de los cánceres de testículo.

Las cifras, además, mejoran de año en año, con los programas de diagnóstico precoz, adecuada gestión de las señales de alarma y creciente eficacia de los procedimientos médicos.

En el cargo que desempeño tengo ocasión de conocer las vivencias de muchos pacientes, y les aseguro que viven su enfermedad con la sensación de marginalidad, de exilio social, de compasión encubierta... El entorno se encarga de recordarles la muerte. Esta situación, indudablemente, provoca un sufrimiento psicológico añadido al que inevitablemente lleva la propia enfermedad, y no favorece en absoluto el cumplimiento de la disciplina terapéutica.

Por ello, porque el cáncer es solamente un grupo de enfermedades, no una maldición divina ni un castigo humano, porque es un vocablo desfasado y porque supone un obstáculo más en el correcto afrontamiento de su tratamiento, desde la aecc pedimos que se deje de utilizar la palabra CÁNCER como metáfora, que los libros de estilo de periódicos y emisoras incluyan esta petición en sus normas, que todos la tengamos en cuenta en nuestro lenguaje cotidiano. Por el bien de los enfermos, de la objetividad y de la ciencia.

(*) Presidenta de la Junta de Balears de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC)