La forma en que se ha gestionado y resuelto el sobresalto del juego inofensivo y nada comercial de bingo en determinados clubes de pensionistas de Palma, demuestra hasta que punto pueden llegar a campar la improvisación y la falta de coordinación en determinados segmentos de la Administración. Ha sido una pequeña crisis exagerada y por tanto evitable, un sobresalto fuera de lugar que, de forma injustificada, sólo ha generado disgustos o malestar y ha dañado la buena imagen de unas entidades inofensivas y de unos departamentos autonómicos y policiales que, si hubieran tenido el tacto de actuar con mejor cautela, al final, hubieran conseguido lo mismo sin merecer tantos reproches ni desgastes inútiles.

La Policía intervino contra centros de ancianos en los que se jugaba al bingo a partir de las denuncias presentadas por las patronales del sector. Parece claro que hay una considerable desproporción entre causa y efecto, porque ni locales parroquiales como el de Son Cotoner están en condiciones de ofrecer una competencia desleal a las salas de bingo, ni los usuarios de estos centros ofrecen el perfil de los clientes potenciales de las salas de juegos de azar regladas. Además, las cantidades en juego, cifradas en céntimos, no pasan de mero efecto simbólico útil sólo para el entretenimiento o los gastos corrientes de los locales en cuestión.

No cabe pedir que la Policía se quedara de brazos cruzados ante la denuncia que se le puso sobre la mesa, pero una investigación prudente y discreta, en vez de la intervención directa del instrumental, hubiera surgido el mismo efecto, sin malentendidos ni enfados de las partes implicadas. En cambio ahora, porque todo ha sido desproporcionado, debe empezar el camino de las aclaraciones, las rectificaciones y las disculpas. Otra vez también, el de las rectificaciones. Tanto el Govern como la Delegación del Gobierno deberían administrar su energía para invertirla en cuestiones de mayor envergadura de su respectiva incumbencia.

La consellera de Interior, Pilar Costa, dice ahora que los locales a los que se retiraron los equipos pueden recuperar su actividad y apela al "sentido común" como única condición para jugar al bingo en centros recreativos de jubilados. ¿Acaso se había perdido? El delegado del Gobierno, Ramon Socias también especifica que, en su opinión "la Policía está para perseguir delincuentes y delitos que creen alarma social". Como apunta él mismo, el bingo en locales de la tercera edad, evidentemente, no entra dentro de estos parámetros.

El incidente parece que por lo menos habrá servido para que la futura Ley del Juego autonómica, ahora en redacción, entre en mayores precisiones y distinciones entre juegos de mero entretenimiento y tentativas o apuestas de mayor calado y explotación o regulación comercial. Algo es algo, pero incluso para alcanzar estas precisiones legales necesarias no hacia falta pasar por los incidentes de bingos inocentes de estos días.