Un sondeo electoral no es más (ni menos) que tomar el pulso a los ciudadanos acerca de cual sería su actitud si ahora se convocaran elecciones, así como por cual opción política se decidirían. Quaderns Gadeso acaba de publicar un sondeo donde se pone de manifiesto un escaso desgaste de los populares a pesar de las personas imputadas de su formación, lo que podría darle una mayoría absoluta especialmente si UM no consiguiera presencia en el próximo Parlament. Pero más allá de este dato, lo más relevante es el porcentaje de ciudadanos que ya han optado por la abstención y/o manifiestan una intención de voto indeciso. Tal situación parece reflejar un cierto pasotismo de los ciudadanos hacia la política. O, quizás, la percepción inversa de que los políticos, en el gobierno y en la oposición, pasan de nosotros.

En una encuesta todavía no finalizada, los primeros resultados ponen como causa principal de la desafección política el clima de crispación entre la clase política que se refleja en las diversas instituciones, y que tiene como consecuencia la incapacidad de los políticos, en el gobierno y en la oposición, de dedicar sus esfuerzos en buscar y aplicar posibles caminos de solución a la crisis socioeconómica que padecen miles de personas y familias. Curiosamente la corrupción ocupa y preocupa, pero no es la principal causa de tal desafección.

Es significativa la indignación ciudadana ante la corrupción, basta ver el relativo éxito de las últimas manifestaciones, especialmente al ir "contabilizando" los largos millones de euros que nos han robado. Pero corremos el peligro de que nos inmunicemos ante el espectáculo casi cotidiano de imputados, llegando a creer que todos los políticos y partidos son reales o potenciales corruptos, y que la corrupción forma parte inevitable de nuestro paisaje. Tal percepción sin duda es falsa, pero es un hecho que los corruptos y los partidos que los han amparado están aplicando la técnica del calamar.

Pero hay más. La corrupción, que principalmente ha anidado en arco de la derecha o del centro-derecha, les afecta poco electoralmente. La fidelidad del voto PP, aunque haya bajado unos puntos, soporta carros y carretas. Mientras el voto de centro izquierda, sumido en la perplejidad, se ve mucho mas afectado. El denominado centro sociológico, formado por más del 40% de nuestra población, es el segmento más perplejo al no percibir las acciones gubernamentales de proximidad a pesar de una tendencia vital hacia el centro-izquierda. Esta paradójica situación, que no se produce sólo en Balears, comienza a preocupar porque de algún modo está afectando a la salud democrática.

Pero la situación real, especialmente desde que se gobierna en minoría, es que a la oposición le interesa alimentar la crispación en los plenos y en el Parlament a fin de demostrar que tales gobiernos son incapaces de gobernar. Entre otras lindezas, se les acusa de ser los causantes de los 100.000 parados. Al otro lado de la trinchera los partidos que forman parte de los gobiernos, PSOE y Bloc, enmarañados en la crispación, tienen dificultades para gestionar sus presupuestos de modo eficaz y, en cualquier caso no consiguen comunicar sus posibles logros.

Falta un año y un mes para las elecciones. Es lógico que unos y otros afilen sus espadas preelectorales. Los populares pretendiendo cerrar la página del ultimo cuatrienio negro de Matas, desde su nueva dirección liderada su Bauzá hoy por hoy esclavo de sus silencios. Los uemitas intentando refundar y regenerar su partido, buscando una línea de actuación autónoma ante tentaciones tales como extraños pactos de gobierno con los populares de Rodríguez en Palma. El gobierno en minoría, aun admitiendo sus dificultades, tiene capacidad de gestionar unos presupuestos aprobados, concretando y comunicando propuestas de proximidad que afecten especialmente a la ocupación y a la mejora de nuestra competitividad.

No nos obliguen a pasar de ustedes. Gane quien gane, si lo hace con una escasa participación, su victoria tendrá un cierto déficit democrático. Póngase las pilas y el mono de trabajo. La discrepancia es consustancial a la vida democrática, pero no convirtamos la discrepancia en crispación permanente. Y la corrupción no es inevitable.