En nuestra experiencia personal mil veces repetida, al poner en contacto un cuerpo caliente y otro frío, el calor fluye espontáneamente del primero hacia el segundo, hasta que se igualan sus temperaturas. Los cuerpos humanos combaten a menudo esa regla y, al juntarse, cada cual conserva su calor sin prestarse al intercambio. Tras la salvedad antropológica, retomemos la ciencia. Si el objeto a menor temperatura se enfriara todavía más, cediendo idéntica cantidad de calor al más caliente, se preservaría el balance energético. Dado que eso no ocurre, la ley del desorden perfecto establece que el equilibrio es la situación más caótica admisible en cada instante. El mestizaje es una doctrina cósmica. Sin frivolidades, porque en el trajín no se extravía ni una caloría.

Conviene recordar el marco constitucional del universo, ahora que se atribuye un comportamiento alocado al clima, o a su versión periodística que llamamos meteorología. En realidad, exhiben una conducta intachable. Ningún ser humano está capacitado para entender la disciplina prusiana que los gobierna. Durante miles de millones de años, ni un solo átomo se ha desentendido de las leyes de la termodinámica, sin necesidad de policía ni de cárceles. El pasmo social habla de enloquecimiento ante las nevadas masivas, cuando el desarrollo de los fenómenos naturales consiste en la lógica llevada al extremo.

Para las partículas que constituyen el universo –un uno seguido de ochenta ceros–, una jornada apacible no se diferencia de una tormenta desatada. El error reside en la interpretación. El ser humano tiende a pensar que si introduce la mano en la boca de un tiburón y la pierde, es porque algo falla en el cerebro del escualo. Buscamos los atajos de la excepción, denominados enchufe, nepotismo, información privilegiada o amor, cuando los principios termodinámicos trazan el único camino entre dos puntos. Hasta Einstein envidiaba su feroz inamovilidad, y los consideraba la única verdad infinita. Dicho de otra forma, el cumplimiento estricto de las leyes conduce al caos.