El Partido Popular, dispuesto a sacar toda la tajada política imaginable del secuestro del Alakrana por piratas somalíes, ha llegado a manejar el argumento inefable de que el problema debía haberse resuelto mediante el uso de la fuerza y no por el procedimiento de la negociación y el rescate. Por fortuna, en el actual estadio de nuestro desarrollo cultural la vida humana no tiene precio. Y cuando está en juego la vida de personas amenazadas por delincuentes, el criterio del Estado y de las instituciones democráticas no es el de la inflexibilidad sino el de agotar todos los mecanismos de diálogo y persuasión antes de recurrir, en el extremo, a la violencia legítima de las fuerzas de seguridad. Así ocurre hasta en las películas de policías y ladrones. El negocio de los piratas somalíes es tan rentable precisamente porque las cosas son de este modo. Porque ningún país occidental se negará a pagar un rescate a cambio de la vida de sus marineros. Y es muy chocante que la oposición española reclame al gobierno que actúe como ella misma nunca actuaría: no es creíble la tesis de que Rajoy gestionaría el problema de otro modo.