La crisis económica y financiera actual, o sea la de principios de nuestro siglo, tiene poco que ver con la crisis de los años 30 del siglo pasado. Algunos países, el nuestro en particular, tienen más problemas de fondo que otros y sufren más desaires tecnológicos que la mayoría, pero es una crisis, la nuestra, coyuntural. Su incidencia más desgraciada es la del paro. Por contra, la auténtica crisis de nuestro tiempo es política, estructural y universal y tiene mucho que ver con la concepción del poder, de su ejercicio y de su justificación y ello no sólo en el tiempo actual sino también en el que no tardará en llegar.

En estos momentos, como todos sabemos, dos países concitan la atención mundial pues ponen en evidencia sus aspiraciones a la obtención de un poder atómico que algunos creen que podrían utilizar. Cierta carga de fanatismo secular podría estar en la base de esta peligrosa situación.

El fanatismo puede ser profundo u ocasional. Profundo en el caso de Irán, ocasional en el de Corea del Norte. En una acción metódica, consciente y vengativa en el caso de Irán. En una fuga desesperada hacia adelante, en su ocaso político, en el caso de Corea del Norte. Apoyada de alguna manera en cierto fanatismo de buena parte de los más de 1.000 millones de musulmanes en el caso de Irán. Aislada en el momento en que China le retire su apoyo en el de Corea del Norte.

Voltaire dijo que la intolerancia era la enfermedad del catolicismo. Thomas Mann vio en el nazismo la enfermedad de Alemania. El integrismo religioso del Islam puede ser la pandemia de los países musulmanes en este inicio de siglo.

Para centrarnos en el tema de la religión islámica, conviene recordar que en Irán el legislador estipula que el Islam es la religión del Estado y que los iraníes tienen la obligación de hacer coincidir sus creencias con las de los ayatolas. Así, de las seis prescripciones canónicas del Islam, o sea, la profesión de la fe, el ayuno, la limosna, la peregrinación a la Meca y la oración, es la Yihad, el combate contra el infiel, la que más seduce a las masas y la que más preocupa no solo a Occidente, sino también a Rusia por los estados islámicos ubicados en su territorio o en sus aledaños, y a China por parecidas o similares situaciones geoestratégicas. Y ya se sabe que el combate contra el infiel, y con la mochila cargada, plantea situaciones de riesgo que los americanos tienen que resolver, por aquello que ya decía Tocqueville: "En América es la religión la que conduce a la Ilustración y la observación de las leyes divinas la que guía al hombre a la libertad".

En estas circunstancias tanto Bush como Obama tienen o han tenido la obligación de encontrar remedio a esta situación. Ocurre, sin embargo, que la solución de este conflicto no parece estar en la mano de un solo país. Tal vez por ello el punto de partida de ambos, en su relación con Rusia y con China, parece ser muy distante, por no decir antagónica, pero en cualquier caso el punto de encuentro está todavía por decidir.

La Unión Europea recuerda a Oscar Wilde quien afirmaba "No puedo soportar a los cristianos porque no son católicos y no soporto a los católicos porque no son cristianos". Claro que Wilde era irlandés y Sarkozy es francés. Francia es una potencia nuclear. Ello es tanto como alentar su participación en el conflicto con Irán al recordar que en su territorio cohabitan cinco millones de musulmanes con una tasa de natalidad que dobla la de los cristianos, por llamarles de alguna manera.

En estas circunstancias, la política de Bush con Irán consistía en considerar que la acción represora estaba exclusivamente en las manos de la primera potencia mundial, o sea en las suyas propias, los demás países, aun aquellos que disponían de una fuerza nuclear, solo estaban para consolidar sus decisiones. Aquellos que discrepaban, como era el caso de Rusia, veían instalarse cerca de sus fronteras armas disuasorias, aunque oficialmente los pretextos eran otros.

Bush contaba con muy pocas simpatías tanto en Rusia como en China, países sin los cuales los problemas que plantean Irán y Corea del Norte, tienen difícil solución.

Obama ciertamente es tan americano como Bush pero Obama es además hijo del planeta Tierra. Ha vivido en Asia, en Indonesia. Ha recuperado sus raíces paternas en África, en Kenia. Y ha crecido en Hawaii, aunque fue en Chicago donde después se hizo político. Ello le permite hablar con los estudiantes chinos en unas condiciones en las que ningún líder occidental hubiera podido soñar.

También puede Obama hablar de tú a tú con los japoneses por aquello de Corea del Norte. También puede hablar de tu a tu con Rusia y con China y de hecho así lo hace. El desvío en la intención es evidente y las consecuencias en su trasvase considerables. Será tal vez porque el mundo ya no es de uno sólo porque, entre otras razones, los problemas son de todos.

Por una vez, me espetó mi amigo sueco de Estocolmo, estoy casi totalmente de acuerdo contigo, pues creo que sólo políticos que tengan el planeta Tierra muy presente y no sólo sus ombligos, como tu comentas, pueden buscar soluciones globales a nuestros problemas comunes.

Ya era hora que te manifestaras a este respecto, le manifesté ya un poco mosca a mi amigo sueco... A sabiendas, me interrumpió él, que tú ya intuías lo que yo opinaba sobre el tema. Sobran las palabras, coincidimos los dos, cuando el entendimiento es secular.

(*) Presidente del Cercle Financer de Balears