Dijo el ex ministro Carlos Solchaga en una entrevista que levantó gran polvareda que José Luis Rodríguez Zapatero practica un presidencialismo nunca visto y que no se fía de sus ministros. En efecto, parece que el jefe del Ejecutivo gusta de acarrear todos los problemas del Estado sobre los hombros, aunque no los resuelva, y no duda en enmendar la plana a los miembros de su Gobierno en busca de un tiempo de prórroga que a menudo no tiene, o de una solución que no está en su mano. O sea, que cuando el equipo juega mal, o sólo hace lo que puede, el entrenador brinca al campo y deja al conjunto en evidencia, lo que no garantiza necesariamente un marcador a su favor. El mundo entero funciona según unas normas no escritas que ZP se está saltando a la torera. Por ejemplo, cualquier ciudadano sabe que cuando se siente maltratado en un servicio y reclama hablar con el encargado, éste sólo aparecerá in extremis para darle o quitarle la razón. Además, dicho encargado no se ablandará nunca si la empresa ha hecho lo correcto, en evitación de una avalancha de peticiones inasumibles. El emocional ZP es lo contrario al gran negociador que protagoniza tantas películas americanas que suelen acabar bien, qué peligro.

Después de cuarenta días del secuestro del atunero Alakrana, el presidente del Gobierno ha recibido a las desesperadas familias de los marineros retenidos con violencia por piratas somalíes. En todo ese tiempo, media docena de ministros han danzado sin éxito para resolver un drama de compatriotas que se arriesgaron a faenar ilegalmente en un rincón del tercer mundo esquilmado durante décadas por el primero, y donde no impera precisamente el derecho internacional. El armador responsable del desaguisado no ha querido el protagonismo que sí ha buscado ZP. Siguiendo escrupulosamente la ley se ha llegado a una situación enredada y más que peligrosa para la integridad de los pescadores, con dos secuestradores en territorio español y sus compañeros de delito en Somalia con la sartén por el mango. ¿Qué ha podido prometer el presidente a los allegados? ¿Que se pasará por encima del poder judicial y de toda la legislación vigente, sentando un precedente nefasto, para conseguir liberarlos? Eso parece. Porque debe resultar durísimo ponerse frente a personas aterrorizadas y decirles que el Estado no ha hecho nada mal, que colabora en todo lo que puede, pero que cualquier negociación con terroristas es desigual y tiende a acabar como el rosario de la aurora. Para semejante jarro de agua fría no se sienta uno junto a los que sufren y les mira directamente a los ojos por espacio de tres horas.

No creo que los piratas somalíes, gente con poca filosofía y sin mucho que perder, conozcan el concepto de inteligencia emocional que parece dirigir la acción política de ZP cuando menos falta hace. Para ellos, se trata de que el otro claudique, de debilidad contra fuerza y esa es la impresión que reciben desde España. No se desgastan, ni actúan a impulsos, ni se sienten presionados por la opinión pública, ni por la oposición desleal. Se solucione como se solucione lo del Alakrana, van a ganar la partida.