El conseller de Economía apostó el otro día por recuperar los turistas perdidos este año para reactivar la economía de las islas a partir del próximo verano. No va a ser fácil. A quienes comparten esta confianza no les va a quedar otro remedio que llevar un cirio a la Sang. O eso, al menos, es lo que se deduce de la primera jornada de la World Travel Market, la feria que, tradicionalmente, sirve de termómetro para medir lo que dará de sí el año turístico. Y, por lo que se ve, 2010 va a ser otro mal año. El ministro Sebastián –que visitó el stand de Balears junto al secretario de Estado, Joan Mesquida y el conseller Nadal– quiso quitar hierro a estos negros augurios porque, dijo, las reservas están bajando menos de lo que lo hacían el año pasado por estas mismas fechas. Es cierto, pero lo que no dice es que entonces las reservas estaban en un menos trece y que el menos 5´4 de ahora supone situarse en casi un veinte por ciento por debajo de lo que antes de la crisis era normal.

Los peldaños se acortan, pero siguen bajando. Según los datos recogidos por Turespaña, no hay que confiar demasiado en que el turismo británico se recupere en 2010, entre otras cosas porque su economía sigue en recesión y la libra cotizando a la baja respecto al euro. Para una familia británica modesta –como es el prototipo de turismo británico que nos visita– venir a Mallorca es caro si se compara con otros mercados competidores. Balears eran antes líder en sus gustos vacacionales, pero ahora las encuestas advierten que se nos ha adelantado la costa egipcia. Mañana se celebrará el Día de Balears. La conselleria de Turismo ha desplegado todo su potencial propagandístico y quizás dé a conocer nuestras estrategias, pero la sensación que ayer imperaba en Londres era de resignación ante lo inevitable.

La crisis impone su propia ley en el turismo y, en este sentido, que un destino maduro como Balears pierda un año el diez por ciento de turistas no debería ser ningún drama, pero sí lo es cuando el mercado ha obligado a ajustar los precios hasta el mismo borde de la rentabilidad. Un ligero descenso de ocupación –y el verano pasado ha habido hoteles con un veinte por ciento menos– hace que aparezcan los números rojos. Con la previsión de un cinco menos de turistas respecto a los de 2009, que ha sido uno de los peores años de la historia, no será nada extraño que los empresarios se muevan a la defensiva: abriendo los hoteles sólo en plena temporada y reduciendo la contratación de personal. Y bajando aún más los precios, aunque no sea esta, precisamente, la receta que se da en Londres para hacer frente a las vacas flacas.

En Londres, el ministro Sebastián ha puesto de relieve la inversión de mil millones realizada con el plan renove hotelero, al que ahora se sumaran mil más del plan Futur E, con el objetivo de modernizar la oferta turística. El mensaje que se persigue es claro: en 2010 seguiremos sufriendo, pero no hay que desesperarse. Aunque tarde, el turismo volverá a remontar el vuelo y hay que estar preparados para cuando esto ocurra de verdad y, sobre todo, para seguir siendo competitivos en el futuro.