Nunca ha sido tan viejo el rock and roll y nunca se ha sido tan joven para morir, a cualquier edad. Se oyen alegres tonterías del tipo "los 40 son los nuevos 20, los 50 son los nuevos 30, los 100 son los nuevos 80. Cada uno sabe qué edad tiene, son los demás quienes te despistan con el trato. Al profesor le tutean (con "t" y, a veces, con "p"), unos chicos que siempre tienen la misma edad y a los que cada curso les saca un año más. Subes a un avión de "Vueling" y te tratan de tú en varios idiomas. Se entiende: todo en el avión está preparado para niños y basta ver la distancia entre las filas de asientos. Pero si alguien te sirve o te quiere vender algo es fácil que te llame "caballero", una palabra que prácticamente había quedado relegada a la puerta de los servicios y que regresó hace unos años, cuando ya nadie iba a caballo y estaba prohibida la caballerosidad. Y, para los sexadores de la lengua, sin la compañía de su equivalente femenino: dama. Por arriba, los babyboomers de la posguerra mundial son ahora el lobby jubileta más influyente después de haber sido los jóvenes más influyentes (en la modalidad hippy o en la revolucionaria), los ejecutivos más atorrantes y demás. Pero por el medio, a los 50 años o escribes trilogías suecas y mueres de infarto subiendo a un cuarto piso por las escaleras o eres caro para los contratantes e inútil para otros contratados. El 64% de los españoles piensa que a los 50 ya no se es eficiente en el trabajo. Esa generación tardó en encontrar trabajo porque tenía buena información pero se exigía experiencia. Ahora está perdiendo trabajos porque la experiencia no se paga. La tele, la mina, el banco prejubilan antes de esas edad y los ERE masacran esa franja. El único mayor que siempre encuentra trabajo, aunque deje el anterior sin derecho a paro, es Rodrigo Rato. Si con todo este lío no sabe qué edad tiene hágase medir la clavícula, consulte a su oseómetra.