La calle de Sant Feliu estuvo ayer tarde muy animada. Fotógrafos y cámaras de televisión, rodeados de curiosos, no dejaban de apuntar hacia los balcones del número ocho, la residencia palmesana de Jaume Matas, popularmente conocida como "el palacete" o, en círculos judiciales, como Buckingham. Así bautizaron los fiscales la operación destinada a investigar los presuntos descuadres patrimoniales del ex president, quien pagó 950.000 euros por una casa que la Agencia Tributaria tasó en dos millones y medio. Al informar sobre esta transacción, los periodistas calificaron la casa como de palacio o palacete, de ahí que los fiscales –receptores de varias denuncias anónimas sobre las presuntas irregularidades del caso– pensaron, como referencia, en el palacio por excelencia: la residencia oficial de la Reina de Inglaterra. A la familia real británica le han sacado muchas veces los trapos sucios, pero ayer lo que los agentes judiciales sacaron al balcón fue la pinacoteca que la familia Matas tiene en Palma.

Una nutrida representación judicial, formada por el juez Castro que instruye el caso Palma Arena, al que ha incorporado el asunto del patrimonio, el fiscal Horrach y varios agentes de la policía judicial, llevó a cabo la visita siguiendo las indicaciones de quienes denunciaron a la Fiscalía el lujo que, decían, rodeaba a ésta y las otras residencias del ex president. Les abrió la puerta Rafael Perera, el abogado de Matas y de otros varios imputados del PP, quien fue testigo del registro. Aunque, en realidad, no se trataba de un registro, de encontrar nada concreto, sino de comprobar si realmente la calidad de vida de los Matas era tan alta como la que se sospecha. Agentes de la guardia civil tomaron notas y fotografías del palacio, de sus habitaciones y hasta del garaje, de sus muebles y electrodomésticos, y de los cuadros. Los periodistas tuvieron que conformarse con una mirada fugaz a algunas de las pinturas que se sacaron a la luz del día para que quedaran mejor en la foto.

Las denuncias que originaron la operación Buckingham dieron pie a que la fiscalía anticorrupción redactara una denuncia por cohecho, por entender que la diferencia entre el precio de compra y el de mercado fue una dádiva que habría recibido Matas, pero este escrito no llegó a su destino porque fue vetado por el fiscal general del Estado. Durante meses la sombra cubrió y protegió la casa de Sant Feliu de miradas indiscretas, pero el juez del Palma Arena rescató el expediente al considerar probable, o como mínimo sospechoso, que mientras en el velódromo se escapaba el dinero a espuertas, el ex president y su familia hacían gala de un ritmo de vida muy superior a su sueldo.

Cuando en marzo Jaume Matas comparezca ante el juez como imputado deberá explicar cómo consiguió comprar su Buckingham de Ciutat y mantener sus otras casas con un salario de político, que no es bajo, pero que no da para tantas grandezas. Eso es lo que debe hacer, explicarse ante la Justicia y ante la sociedad mallorquina, para aclarar todo el desbarajuste de su gobierno y hasta el por qué de su huída a Estados Unidos.